19 de mayo de 2018

La teoría del framing: No pienses en un elefante de George Lakoff


George Lakoff es catedrático de ciencia cognitiva y lingüística en la Universidad de California e investigador de lingüística cognitiva. Durante los años sesenta contribuyó en gran medida a la creación de la semántica generativa. Ya en los setenta fundó la lingüística cognitiva y fue una de las cabezas más visibles de la teoría neutral del lenguaje durante los años ochenta.

En el campo de la lingüística cognitiva ha trabajado en la naturaleza de los sistemas conceptuales humanos y en conceptos como el tiempo, la causalidad, la moral o las emociones mediante su teoría sobre el pensamiento metafórico.

Lakoff, ha teorizado también sobre el framing en el libro “No pienses en un elefante” (símbolo de los republicanos) que trata el lenguaje y el debate político de Estados Unidos para sentar las bases generales sobre la creación y establecimiento de marcos mentales.

Los avances de la ciencia cognitiva no nos han permitido aún comprender de forma total por qué, pero el ser humano entiende y piensa bajo un esquema de marcos mentales y metáforas, “estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo; todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales” (Lakoff, 2007: 4).

Dichos marcos o frames son la cristalización del inconsciente cognitivo, los marcos son la herramienta que nos permite comprender dentro de los parámetros que éstos fijan. No podemos acceder a ellos conscientemente, sin embargo, tenemos constancia de ellos por las consecuencias observables que generan, véase la interpretación propia de cada uno del término sentido común. Actúan en forma de filtro que dota de sentido los estímulos informativos que recibimos, por lo que podríamos decir que lleva a cabo principalmente dos tareas, la primera es la de gatekeeper, es decir, discriminar entre la información que se adapta al marco mental y, por lo tanto, se interioriza; y esa información demasiado subversiva o inconcebible que acaba por desecharse por no pasar el filtro. La segunda, como hemos comentado, es la de añadir valor añadido, ideológico, congruente con nuestro marco mental utilizando el marco conceptual invocado por unos conceptos concretos.

Para una mejor comprensión vamos a servirnos del ejemplo utilizado por Lakoff, George W. Bush mencionó durante el Discurso del Estado de la Unión “no necesitamos presentar ningún justificante del permiso para defender a América”. La utilización de la expresión “justificante del permiso” no es casual, hace referencia a la autorización necesaria para los alumnos en los institutos de Estados Unidos para andar por los pasillos de los mismos con el fin de ir al baño o la enfermería. Este justificante es otorgado por un adulto que representa la autoridad, un profesor por ejemplo, a un adolescente, un alumno, que debe acatar las normas impuestas por las personas que sí saben qué es lo mejor para ellos. Al hacer alusión a ese concepto se despertó, en todo aquél que tuviera un esquema de valores más o menos cercano al de Bush (el del padre estricto), el marco en que Estados Unidos es el adulto en el sistema político internacional, ergo no debe pedir permisos a nadie para intervenir o actuar del modo que ellos crean que es adecuado, en cualquier caso es a él al que deberían pedírselo.

Dicho esto, se hace inevitable entrar en la cuestión del esquema de valores, el esquema preponderante en Estados Unidos en ese momento era el del padre estricto. Se le llama de este modo en el libro porque Lakoff se da cuenta mediante un trabajo de un alumno suyo de la universidad que los estadounidenses toman la familia como metáfora de nación, ya que encontramos unos padres (los fundadores), unas hijas (de la Revolución Americana) y unos hijos (los que mandan a la guerra). Sabiendo esto, se propuso analizar las dos visiones mayoritarias de la nación en Estados Unidos y relacionarlas con sus respectivas ideas sobre la familia y el resultado fueron los modelos del padre estricto y el padre protector.

Bush recibió apoyo suficiente en la intervención en Irak porque según el esquema familiar del padre estricto, el individuo “cree en la necesidad y el valor de la autoridad, que es capaz de enseñar a sus hijos a disciplinarse y a luchar en un mundo competitivo en el que triunfarán si son fuertes, afirmativos y disciplinados” (Lakoff, 2007: 2). Al conseguir Bush establecer la situación de Estados Unidos como la del padre que debe hacer buen uso de su autoridad, por lo tanto, establecer el marco mental del padre estricto como hegemónico, la información que iba en contra de lo establecido subconscientemente como la ausencia de vínculos entre Al Qaeda y Sadam Hussein o la fantasiosa existencia de armas de destrucción masiva, no logró entrar en el consciente colectivo del pueblo estadounidense porque el marco del momento era otro.

Hubiera sido distinto de haber dominado el esquema del padre protector, que consiste en una visión demócrata y progresista, que ve la educación como una tarea conjunta tanto del padre como la madre, quienes deben apoyar y entender a sus hijos, escucharles, darles libertad suficiente y confianza en los demás para que logren cooperar con sus iguales.

Pero la clave de la victoria del partido republicano en esa ocasión no fue fruto de la casualidad, la estrategia republicana ha sido focalizar los esfuerzos en activar el marco que más les beneficiaría. Dicho esfuerzo cristalizó en una gran inversión de fondos, tiempo de investigación, educación y reproducción de valores para que éste acabara implantándose en el imaginario colectivo de forma que aceptaran de buen grado sus consecuencias prácticas.

Los think tanks son los responsables en buena medida del proceso mencionado, un conjunto de universitarios, publicistas, periodistas, escritores, especialistas en comunicación e imagen que con el tiempo irían modelando el discurso para lograr una total inmersión en el mundo ideológico republicano; de tal modo que a día de hoy los demócratas debaten sobre los impuestos asumiendo las consecuencias de jugar en campo rival, partiendo de éstos como una pesada carga y no como una inversión en la propia nación.

Lakoff sostiene que los ciudadanos votan en base a sus valores, sus referentes y sus principios, ergo los estereotipos morales y culturales afectan, en medida que enmarcan provocando rechazo o admisión de la información recibida y dotándola de sentido, la decisión electoral. Por supuesto, no todo son las palabras, el campo conceptual per se no es el elemento fundamental para el cambio, sino que en tanto en cuanto conducen a la creación de marcos mentales, hacen de esa relación el verdadero quid de la cuestión.

Debemos apuntar, a modo de última reflexión pertinente al tema, que aun estableciendo estos dos esquemas de valores y la preponderancia que presenta uno frente al otro en Estados Unidos, es de recibo entender dichos modelos como ambos presentes en el interior de los ciudadanos en una pugna constante por situar valores propios en el imaginario colectivo. Pues parece esencial en la lucha de valores conocer el modo óptimo de activar los marcos pertinentes para movilizar al mayor número posible de electores.

Es en estos aspectos donde los demócratas han salido perjudicados, no han sido capaces de entender la importancia de imponer el marco mental predominante, a diferencia de sus directos competidores, y han ido salvando la situación ante las embestidas republicanas basándose en la opinión pública. Los republicanos han encontrado la fórmula para comunicar y enmarcar el discurso bajo un lenguaje propio que les ha llevado a sus mayores éxitos electorales.

18 de mayo de 2018

¿Qué es el crowdsourcing y el consumer work?



El crowdsourcing y el consumer work están presentes de forma constante y natural en nuestras vidas, sin embargo, que desconozcamos dichos conceptos es síntoma de que no se ha discutido y tratado como debería. Hemos asumido las lógicas implícitas en estos fenómenos sin pararnos a reflexionar sobre si nos son beneficiosos o perjudiciales, por ello, realizaremos una breve aproximación a continuación.

Crowdsourcing

La vida social siempre ha incluido de algún modo las tecnologías, puesto que éstas hacen posible y amplían la capacidad de interacción social y de influencia sobre el entorno. Por ello, las tecnologías forman parte de un complejo sistema de relaciones de poder.

Así lo interpreta la Teoría Crítica de la Tecnología, desde la cual se entiende que el nivel de desarrollo tecnológico de una sociedad no es tan solo el conjunto de dispositivos, técnicas y logística, sino que moldea de algún modo la vida social y tiene cierta influencia en las relaciones de poder mencionadas antes y su consecuencia, las luchas políticas, disminuyendo el nivel de libertad en la toma de decisiones que éstas conllevan (Feenberg, 1991). Por ello, el ámbito tecnológico no es un escenario neutral, sino que representa una arena más de lucha ideológica y de poder por su ambivalencia en el desarrollo potencial del mismo.

Con un desarrollo tecnológico antes inimaginable se presenta actualmente el fenómeno del crowdsourcing, término acuñado por Jeff Howe (2006) como fusión de crowd (multitud) y outsourcing (externalización). Dicho concepto aparece mucho más tarde que su manifestación práctica, pues Wikipedia, ejemplo paradigmático de crowdsourcing, es creada a principios de 2001. Pero ni siquiera es Wikipedia la primera muestra de crowdsourcing, la colaboración masiva, externalizada y abierta es anterior a todo eso, no obstante, lo que sí es significativamente nuevo es la utilización de internet y la revolución que ha conllevado.

El crowdsourcing no se puede comprender sin antes contextualizarlo en lo que llamaremos capitalismo informacional, una etapa de dicho sistema económico en la que la lógica de la acumulación industrial pierde peso en favor de las nuevas tecnologías de la información, la esencia de la productividad abandona la transformación de la materia y la búsqueda de nuevas energías y apunta hacia la creación de flujos de información y conocimientos. Las cadenas productivas empiezan a reorientarse hacia los procesos productivos informacionales, constituidos por información digital que es creada, transformada y puesta en circulación a través de las tecnologías digitales y reguladas mediante la propiedad intelectual (Zukerfeld, 2010).

Este cambio, a la par que la globalización, transforma por completo la división del trabajo, se crea una nueva hegemonía dentro de la cadena de valor productivo.

Pues bien, crowdsourcing no es contratación externa, ya que el equipo de personas que van a desarrollar la tarea no está definido y localizado previamente; tampoco es producción de código abierto donde la tarea nace y muere por parte de los miembros de un propio equipo; no utilizan software libre (Vidal, 2000); y plantean cierta jerarquía (los desarrolladores son los que guían el proyecto filtrando las aportaciones).

En suma, entendemos el crowdsourcing como:

“Una actividad participativa en línea en la que un individuo, una institución, una organización sin fines de lucro, o una compañía propone a un grupo de individuos de conocimientos, la heterogeneidad y número variables, a través de una convocatoria abierta y flexible, el desarrollo voluntario de una tarea. La realización de la tarea, de complejidad y modularidad variable, y en la que la multitud debe participar aportando su trabajo, su dinero, su conocimiento y / o su experiencia, siempre conlleva un beneficio mutuo. El usuario recibirá la satisfacción de un determinado tipo de necesidad, ya sea una retribución económica, reconocimiento social, autoestima o el desarrollo de las capacidades individuales, mientras que el crowdsourcer obtendrá y utilizará en su beneficio lo que el usuario ha aportado al proyecto, cuya forma dependerá del tipo de actividad que se realice” (Estellés Arolas y González Ladrón de Guevara, 2012: 9-10).

Consumer work

Del mismo modo, el fenómeno del consumer work se enmarca en esta nueva etapa del capitalismo donde las esferas de la producción y el consumo, bien diferenciadas en la fase industrial, se acaban confundiendo (Kleemann, Voß y Rieder, 2008: 6). El consumo de masas, la producción de bienes que los propios trabajadores pudieran comprar, fue revolucionario pero a día de hoy el capitalismo ha dado una vuelta más de tuerca; ya no solo son los trabajadores los que pasan a ser consumidores, sino que también los consumidores (sean o no trabajadores) pasarán a formar parte del proceso productivo de forma que la explotación y el robo de plusvalía sea mayor. Ejemplo de ello son los ya naturalizados supermercados, empresas como IKEA o las omnipresentes cadenas de comida rápida donde una parte importante del servicio es llevado a cabo por el propio cliente. Además, al igual que el crowdsourcing, con internet se ha multiplicado casi exponencialmente la lógica del consumer work, egovernment, e-commerce, e-banking, etc., son nuevas formas de incluir al consumidor en la producción del servicio con apariencia de comodidad o flexibilidad.

Vistos y contextualizados ambos elementos, podemos pasar a comentar las consecuencias que derivan de los mismos.

Las empresas experimentan una reducción de los costes, lo cual les reporta una mayor ganancia, gracias a la menor complejidad en la venta por la introducción de portales web desde donde el propio consumidor se atiende y cobra con acciones muy definidas, sin matices (Grün & Brunner; 2002). También una mayor productividad mediante un uso más eficiente de los recursos, ya que pueden expandirse geográficamente y aumentar las horas de servicio, lo cual implica un mayor volumen de ventas y por ende un menor que reporte a su vez más ventas (Grün & Brunner; 2002). Y un enriquecimiento en la información e ideas, ya que se sirven del conocimiento que el consumidor les ofrece (Grün & Brunner; 2002). Además, Reichwald y Piller (2006: 149-154) apuntan la reducción de la cantidad de tiempo que hay que invertir para desarrollar nuevos productos, la reducción de costes de innovación, el aumento de aceptación en el mercado y disposición a comprar nuevos productos y el aumento de la percepción subjetiva por parte de los consumidores de la novedad real de un nuevo producto.

Estas son las consecuencias en cuanto a producción y beneficio que podrían formar la primera de las consecuencias de Kleemann, Voß y Rieder (2008: 23-24), tras la que siguen:

La influencia en el diseño del producto; se presupone un cierto poder sobre los productos o marcas por parte del conjunto de consumidores y especialmente aquellas personas –influencers, bloggers, etc.– que “se dedican profesionalmente” a publicitar productos. La menor calidad del producto; para ser cliente o consumidor no debes estar formado, sin embargo, son tus ideas y tus sensaciones las que van a contar para el diseño final y éstas pueden no ser las mejores. Y por último, una mejora de las condiciones de trabajo; la flexibilidad que caracteriza el trabajo en crowdsourcing es radicalmente distinta a los tempos de la antigua lógica industrial y eso puede ser visto como una mejora.

A modo de conclusión, parece necesario resaltar el desequilibrio en el reparto de externalidades. Las empresas se ven afectadas en su práctica mayoría por consecuencias positivas mientras que las reservadas a los clientes son limitadas y mayormente negativas.

Es por ello, haciendo un repaso de todo lo comentado, que entendemos los fenómenos del crowdsourcing o el consumer work como los nuevos mecanismos de explotación moderna, cada vez menos explícitos y punitivos en favor de la persuasión y la interiorización de la lógica de explotación para un mayor consentimiento y disposición.