31 de enero de 2018

Sexo: ¿Biológico o cultural?


Tiempo estimado de lectura: 10 minutos

El sexo, el género, binario o no binario, fluido, etc., tras el auge de luchas como la feminista o por la libertad sexual, muchas han sido las realidades de este tipo que se han puesto sobre la mesa. En esta ocasión nos acogeremos al hilo del sexo para tirar de él y descubrir como se conecta con el resto de conceptos.

La distinción dicotómica del sexo en cuanto a un elemento cultural o biológico, suscita grandes cuestiones. A lo largo de la historia no ha sido tarea simple el hecho de poder determinar la sexualidad del individuo, y más aún en épocas contemporáneas, donde podemos encontrar mayores registros de casos complejos. El objetivo de este artículo es tratar la cuestión referente a si el sexo es un elemento determinado biológicamente o es una construcción social o cultural. 

¿Qué es el sexo biológico?


Desde el punto de vista de la biología, existen diferentes maneras de categorizar a un individuo según su sexo. Se pueden clasificar por cuestiones cromosómicas o genéticas, y por parámetros genitales. Mientras que a nivel genético es imposible que exista una modificación espontanea de los gametos, a nivel genital existen y se realizan intervenciones de extracción en casos de hermafroditismo, y modificación en transexualismo.

A priori, el sexo biológico es determinado al nacer casi por azar, tan solo puede existir una selección en una fecundación in vitro, en la cual podemos elegir el sexo del individuo descendiente.

Según el estudio de J. de Juan Herrero y de R. M. Pérez Cañaveras, podemos decir que “se denomina sexo al conjunto de características biológicas de un organismo que permiten diferenciarlo como portador de uno u otro tipo de células reproductoras o gametos (óvulos o espermatozoides), o de ambos (organismos hermafroditas). Entre los organismos animales existen dos grandes variedades atendiendo al origen de sus gametos: a) organismos gonocóricos (con dos tipos de individuos, atendiendo a sus gametos y características sexuales). En ellos podemos hablar de dos sexos, uno portador de los gametos masculinos y otro portador de los gametos femeninos, y b) organismos hermafroditas que son portadores de ambos gametos y por lo tanto de ambos sexos (hermafroditas verdaderos o sincrónicos)”

En cuestiones cromosómicas relacionadas, existen dos estructuras en el ser humano. Primero tenemos la pareja homogametica XX que pertenece al sexo femenino, mientras que en el sexo masculino existe un gameto X y un gameto Y. En los casos de intersexualidad, existen cinco tipos diferentes de configuración de gametos: intersexualidad 46 (XX), intersexualidad 46 (XY), intersexualidad 45 (XO), intersexualidad 47 (XXY) y por ultimo intersexualidad 47 (XXX).

En el caso de la distinción sexual según sus genitales, parece acertado citar a Anne Fausto-Sterling y su artículo "The Five Sexes: Why male and female are not enough". De este escrito podemos extraer lo que se consideran cinco sexos biológicos diferentes, teniendo al hombre y la mujer por los extremos, pasando por tres clases más de distinción sexual. Fausto-Sterling apela al concepto de intersexo o intersexual, para denominar a aquellos individuos que presentan hermafroditismo, que se encuentran en el medio de esta cadena de distinción sexual. 

Genitalmente el hombre presenta pene y testículos, y la mujer vagina y ovarios. Pero al hacer referencia a los hermafroditas, hay tres subgrupos aglutinados bajo el mismo rotulo. En primer lugar están los herms (hermafroditas "verdaderos") que presentan un testículo y un ovario. En segundo lugar los ferms (pseudohermafroditas femeninos) que tienen ovarios y algunos aspectos de los genitales masculinos, pero carecen de testículos. Y por último, los merms (pseudohermafroditas masculinos) que poseen testículos y aspectos de genitales femeninos, pero no tienen ovarios.

La modificación genital, en neonatos hermafroditas, responde a diferentes procesos de identificación sexual por parte de la medicina. La anatomía o la morfología genital será el marcador primero y principal para decidir el sexo futuro del recién nacido (Gregori Flor; 2006). La asignación responde a criterios de medidas de los genitales; es medicamente aceptable, para un neonato, un clítoris comprendido entre los 2 y 9 mm, mientras que en el caso de los penes será entre 2,5 y 4,5 cm (Kessler; 1998).

Definir el sexo de una persona hermafrodita responde a la necesidad impuesta culturalmente, como trataremos a continuación, en las sociedades occidentales entre otras, de pertenecer a alguno de las dos alternativas de la dicotomía sexual.

¿Qué es el sexo cultural?


En términos culturales usualmente el sexo está ligado a dos vertientes: sexualidad y género. Según Ó. Guasch y R. Osborne, la sexualidad es el cruce de la naturaleza con la estructura social. La sexualidad es un producto social. La expresión sexualidad humana es redundante ya que no es presocial ni está determinada por imperativos biológicos sino que responde a condicionamientos sociales. La sexualidad va más allá de la reproducción, ya que se ocupa tanto de gestionar la demografía de los grupos humanos como de mantener el orden social que los sostiene. 

Por otra parte, Judith Butler en El género en disputa sostiene, ante la clásica distinción entre sexo (biológico) y género (constructo social que encuentra sus límites en el sexo), que realmente dicha distinción carece de sentido, puesto que el sexo biológico es una suerte de relato ideológico sostenido por el discurso científico (en absoluto carente de intereses) y naturalizado para sacarlo del debate donde sí se discutiría el concepto de género. En la crítica de Butler, encontramos la discrepancia con la idea de que existan hombres y mujeres antes incluso de llegar a serlo socialmente, esto es, el sexo pre-discursivo y pre-sujeto.

En El segundo sexo, Simone de Beauvoir apunta que "no se nace mujer, sino que se llega a serlo", es decir, que no es el sexo biológico lo que te hace mujer, sino la obligación cultural en forma de género; por lo tanto, una mujer puede ser de sexo biológico no-femenino. Si para definir el sexo empleamos conceptos previamente cargados de ideología, no será posible, entonces, que dicho sexo sea pre-discursivo. No es que los pechos, el pene o la vagina sean una construcción social, como muchos han malinterpretado en Butler, sino que los significantes (las palabras) no representan a los significados (el cuerpo) de forma neutral, han sido construidos dentro de un paradigma de género y sexual binario.

Además de obedecer a un sistema injusto, las categorías sexuales o de género se presentan incapaces de incluir el fenómeno del sexo fluido o género fluido, puesto que tan solo funcionan con parámetros fijos (e inamovibles en la mayoría de casos). La referencia a Lacan es inevitable, para el pensador francés las imágenes mentales (asociadas a palabras) y especialmente las palabras limitan infinitamente la esencia de las cosas, no obstante, asumimos esa limitación para beneficiarnos de su operabilidad, porque son "útiles". No obstante ¿qué ocurre cuando la palabra no define la esencia? ¿qué pasa si la palabra hombre es la que me define para los demás, pero lo que yo siento no corresponde con lo que representa la palabra hombre, sino con la palabra mujer o con ninguna de las dos (género ambiguo)? Lamentablemente el como yo me sienta (identidad imaginaria) estará siempre supeditado al yo para los demás (identidad real), puesto que por mucho que yo me sienta rey, si no lo soy para el resto, no soy un rey, sino un loco, como bien dice Zizek.



A la relación que presentan el sexo y el género (en caso de ser cosas distintas) se le sumará la sexualidad y/o el deseo. Aunque en los últimos años en algunos lugares es menos frecuente, encontramos en el imaginario colectivo una relación de coherencia entre dichas características, es decir, se piensa coherente que alguien de sexo biológico masculino, sea hombre y heterosexual; en cualquier caso, más coherente que alguien de sexo femenino que sea hombre y le atraigan los hombres. Esta supuesta coherencia que incita casi a deducir de un elemento el siguiente, es tan solo herencia cultural, un rasgo inculcado.

Y para rizar el rizo, Butler apoyándose en la idea nietzscheana de sujeto y predicado, en la cual el individuo no es quien es, sino lo que hace; extrapola el concepto asumiendo el género como performance. El género es la acción, no el sujeto. Un individuo es hombre  o mujer cuando se comporta como tal; si para Simone de Beauvoir la mujer no nace, se hace; para Judith Butler la mujer es quien hace como mujer.

Escrito con G. Altamirano
Licenciado en Sociología y Maestría en Análisis Político y Asesoría Institucional por la Universitat de Barcelona, Colaborador del Grup de Recerca de Estudis Locals (GREL).

24 de enero de 2018

¿El sistema político internacional es unipolar, bipolar o multipolar?

terrorismo

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

La estructura del sistema internacional actual es un concepto operativo muy útil para la clasificación y el estudio de la realidad mundial. Precisamente para dar respuesta a una serie de cuestiones esenciales relativas a la distribución de hegemonía y capacidad de influencia de los actores en el susodicho escenario,  Esther Barbé (2007, 200-203) ha descrito tres modelos según el número de potencias hegemónicas.

Sistema político internacional unipolar

Éstos son, en primer lugar, el sistema unipolar, en el que una sola potencia ejerce el control sobre el resto puesto que posee el poder de coerción de forma exclusiva; además sus valores serán impuestos. El sistema en cuestión es estable por definición, reservando la posibilidad de cambio en caso de erosión (interna o externa) de la potencia imperial.

Sistema político internacional bipolar

En segundo lugar, el sistema bipolar, una tipología de sistema en la que la hegemonía es compartida entre dos potencias que sumadas igualan o superan la capacidad del resto de actores en conjunto. Puede darse heterogeneidad u homogeneidad en los valores dependiendo si los comparten o no las potencias imperantes. La estabilidad estará asegurada siempre que haya equilibrio entre éstas y su erosión o enfrentamiento no sea el suficiente. A pesar de que la realidad de la Guerra Fría es algo más compleja que eso, encontramos autores que califican de bipolar el sistema comprendido entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Sistema político internacional multipolar

Por último, Barbé tipifica un posible escenario denominado sistema multipolar que responde ante el equilibrio de varias potencias de similar capacidad de influencia. Fruto de este equilibrio puede darse la homogeneidad o heterogeneidad en los valores, sin embargo parece más probable la discrepancia cuanto mayor sea el número de actores predominantes. La estabilidad resulta del recelo de unas potencias a otras manteniendo la igualdad y ejerciendo si es necesario el uso de la fuerza para garantizarla. La autora apunta a la Europa de los siglos XVIII y XIX como ejemplo histórico de sistema multipolar.

Una vez identificadas las categorías, tratamos de encajar el sistema internacional contemporáneo en alguna de ellas pero su complejidad característica imposibilita hacerlo.

Tras el final de la Guerra Fría –e incluso durante ésta– vemos aparecer una serie de síntomas distintivos de una nueva etapa en la historia de la política internacional, la globalización. Al contrario de lo que muchos autores afirman, ésta no es un hecho único en la historia, en el pasado, el mal llamado descubrimiento de América, la esclavitud, la locomotora y barco a vapor o el telégrafo fueron otros fenómenos que supusieron un impacto inconmensurable (Ferrer, 1997, 12). Sin embargo, la influencia de la globalización es suficiente como para obligarnos a cambiar el esquema de análisis, siguiendo el adoptado por Barbé (2007, 307), nos fijaremos en el plano militar, en el económico y en el global. Debemos hacerlo de este modo puesto que cada uno de estos ámbitos tiene una lógica distinta y no se entiende si no es por separado aunque asumiendo su total interdependencia.

El ámbito militar está determinado por una potencia en solitario, Estados Unidos, la fuerza bélica más poderosa del mundo, muy por detrás encontramos las otras cuatro potencias nucleares reconocidas en el Tratado de no-proliferación nuclear (Rusia, Francia, Reino Unido y China), India y Pakistán que demostraron su capacidad nuclear a finales de los años 90, e Israel y Corea del Norte (Sánchez, 2007, 43). Por tanto, podríamos afirmar que el sistema jerárquico internacional militar es unipolar con un dominio estadounidense en primera instancia y, en todo caso, multipolar si ampliamos el espectro de estudio por “la discriminación que implican los acuerdos de no-proliferación nuclear, que permiten a las cinco grandes potencias mantener su armamento mientras lo prohíbe para el resto de estados” (Sánchez, 2007, 43).

Si profundizamos un poco más en el tema veremos, de acuerdo con Barbé (2007, 312-315) tres hechos que nos llevan de alguna forma hasta este escenario. Pese a que el fin de la Guerra Fría y la descolonización parecían apuntar a la obsolescencia del concepto seguridad como estrictamente la defensa militar del estado, dando pie a uno en términos mucho más amplios incluyendo economía, derechos humanos y desarrollo; la cruda realidad es que Irak o Afganistán demuestran el auge del armamentismo, no solo en el nuevo enfrentamiento Estados Unidos contra los rogue states, sino también en zonas conflictivas totalmente inestables (Oriente Medio, Grandes Lagos de África o la antigua Yugoslavia) donde el estado soberano clásico no se ha consolidado y estalla la violencia por motivos económicos, étnicos, religiosos, etc., véase  el terrorismo (Sánchez, 2007, 49-60), enlace entre el plano militar y el global, que trataremos más adelante y no en profundidad por su extensión. Por último, la privatización a la que se somete el propio plano militar con máximos exponentes en los ejércitos paramilitares financiados por grandes potencias económicas con el objetivo de favorecerlas con su actuación.

En el plano económico es quizá donde el impacto de la globalización ha sido mayor puesto que se alimenta mediante los tratados de libre comercio, la creación de empresas transnacionales, la privatización de las empresas públicas y la desregulación financiera internacional (Mittelman, 2002, 37). Dicho fenómeno se ha traducido en dos pulsos, el protagonizado por el estado contra la globalización y ésta frente a la regionalización.

El primero de ellos se da por la tensión entre el control estatal fundamentado en la soberanía territorial, como bien comenta Barbé (2007, 316), y lo que supone la globalización, “la superación del territorio y del tiempo como marco de actuación por parte de los actores” (Arenal, 2002, 35). Ante esto encontramos el nacionalismo, “reacción y consecuencia de la globalización, en el sentido de buscar posicionarse como nación en el sistema internacional de forma que les sea más ventajosa” (Sánchez, 2007, 74).

El segundo tiene que ver con la integración económica regional que atenta –aunque menos que los estados–  contra los valores más extremamente liberales (en cuanto a libertad económica se refiere).
Además, dicha regionalización se ha concentrado en Europa Occidental, Norteamérica y Asia Oriental como foco de comercio e inversiones, lo cual supone un problema para el resto de zonas marginadas, la globalización, en términos económicos, no es ni mucho menos universal, de hecho, dicho sea de paso, siguiendo los cánones liberales trata a la desigualdad como algo natural.

La estructura económica internacional es multipolar, encabezada por las potencias clásicas y en breve también por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudafrica).

En cuanto a la agenda global, no es otra cosa que los problemas que unen a diferentes actores (un gran número de ellos) y que requieren de una solución conjunta como puede ser el cuidado del medio ambiente, la lucha contra el terrorismo o la pobreza. No podemos obviar el aumento considerable que denota la participación “ciudadana”, activistas que mediante ONGs u otras plataformas han conseguido una mayor relevancia en la arena internacional (Barbé, 2007, 321-323). Sin embargo, la agenda global está estrechamente ligada a la Organización de Naciones Unidas donde predominan los países de las zonas mencionadas en la regionalización sobre el resto.

Podemos concluir entonces, que a pesar de no poder encuadrar la realidad internacional como un todo en los modelos descritos por Barbé, si la diseccionamos seremos capaces de identificar dichos patrones en los distintos planos. El sistema internacional militar responde ante una estructura unipolar (en segundo plano multipolar) con Estados Unidos al frente, el económico, claramente multipolar, se caracteriza por el liderazgo de los bloques regionales que actúan como unidades compuestas de estados, y el global, algo más anárquico y difuso, toma una estructura u otra según el issue a tratar aunque generalmente los líderes son los mismos que en el plano económico.

La teoría política internacional (véase Samuel Phillips Huntington) ha denominado a la susodicha estructura en alguna ocasión como sistema uni-multipolar, parece un concepto válido dadas las circunstancias.

19 de enero de 2018

5 propuestas para redireccionar al precariado

Tiempo estimado de lectura: 10 minutos

La trabajadora (entiéndase como el genérico de persona que trabaja) actual vive en un mundo globalizado donde, siendo una asalariada víctima de la precariedad laboral, tan solo podrá sentirse parte de un proceso económico, sin una identidad cultural a la que aferrarse, mitad universalista (ciudadana del mundo, cosmopolita, etc.) y mitad tribal (por la búsqueda de identificación con un grupo en realidades totalmente inmediatas y fugaces). Sometida al antojo de las fuerzas económicas que ya no dependen ni de ella ni del estado que la incluye, por lo tanto, tampoco de los políticos que cree elegir.

Debe batirse en duelo entre la laxitud y el relativismo de valores en constante cambio que plantea la posmodernidad por un lado, y los inexorables e indiscutibles marcos económicos que la asfixian. Siente la frustración de no sentirse realizada con el trabajo que desempeña a pesar de fingirlo por necesidad ante el falso divertimento del que la empresa ha revestido la barbarie y las exigencias de las redes sociales. Busca reconocimiento tanto económico como social en el cargo que ocupa, sin embargo es consciente del menosprecio y la servidumbre a la que ha acabado sometida. Falta de referentes (sanos) en los que mirarse, es arrollada por la atomización del individuo que junto con la ausencia de referencias mencionada incentiva la apropiación del relato difundido en los medios de comunicación de masas.

Para que el contexto descrito no derive en nihilismo y las trabajadoras sintamos que, al contrario de los postulados marxistas, la fase del capitalismo actual, a saber, la globalización, es la última etapa de la historia de la humanidad, debemos reinventar la vida del proletariado. Para ello debemos volver a empoderar al llamado precariado por Guy Standing (no aceptado aún por la RAE) para que logre recuperar el control sobre su vida y siéntase partícipe de la política. Por supuesto, en abstracto es fácil de escribir, por lo que he tratado de sintetizar en 5 directrices las reinterpretaciones fundamentales para que lo mencionado anteriormente pueda darse:

1. Reinterpretar la educación

Es prioritario realizar un giro sustancial en la visión que tenemos sobre la educación, especialmente universitaria, como comentaremos a continuación. El conocimiento ha dejado de ser un fin en si mismo para transformarse en una suerte de trampolín social que permita el ascenso. Lo que debemos buscar en la educación es la dignidad y el enriquecimiento personal porque es lo que con total seguridad puede aportarnos; puesto que la instrumentalización del saber acabará por matarlo (cualquiera que haya pasado por la universidad lo sabe).

Tras la dictadura, era habitual encontrar en las madres (entiéndase como el genérico de persona que tiene descendencia directa) la preocupación de ofrecer una educación superior  (de la que ellas no habían podido disfrutar) a sus hijas, muchas millennials se han convertido en las primeras personas en obtener un título universitario de su familia más cercana. Esto no podría haberse dado sin el incentivo institucional; desde la Administración más progresista se trató de cristalizar el ideal democrático en forma de igualdad educativa, ya que la igualdad económica (de oportunidades, es decir, equidad) escapa a la voluntad y capacidad de la democracia burguesa. Lo que pretendía ser una oportunidad para quien la quisiese, se materializó en a consciencia colectiva como una necesidad dando lugar a la masificación de las facultades restándoles calidad. 

Por su fuera poco, ni siquiera alcanzaron la universalización educativa (el nivel socioeconómico sigue siendo determinante), optaron por masificar el grado universitario hasta desvirtuarlo para crear la necesidad de postgrado, encareciendo estos últimos a la par.

En suma, la educación universitaria crea un espejismo de ascenso social que desaparece al toparse con 2 hechos frustrantes a los que los jóvenes tenemos que enfrentarnos, estudiar lo que no se quiere (cabe una crítica razonable al sistema de selectividad) y trabajar en lo que no se ha estudiado, sin obtener los réditos esperados. 
"La desproporción entre el nivel de las aspiraciones y la gratificación produce ansiedad y frustraciones en masa (Mannheim, 1953: 321)
Lamentablemente la introducción de un cambio sustancial del tipo descrito supondría un precio político inasumible por los partidos mayoritarios y de aspiraciones catch-all en España, por tanto, la solución no puede surgir de ellos, pero debemos plantearnos si deseamos, como apunta Sauvy, pastores graduados o graduados que sean pastores.

2. Redescubrir la información

La lucha gramsciana por la hegemonía, pasa indudablemente por la lucha contra los medios de comunicación de masas predominantes. Estos medios, acertadamente llamados de desinformación, promueven valores deleznables como el machismo, uno de los más evidentes quizá de entre una larga lista, o en el "mejor" de los casos reproducen una suerte de valores deseables deformándolos de tal forma que puedan adaptarse al sistema despiadado capitalista, es decir, volviéndolos casi irreconocibles; véase el feminismo como contraposición al machismo mencionado, un feminismo machista o pseudofeminismo (feminismo liberal).

Por otra parte, Barraycoa y Putnam sugieren una vuelta a la lectura en contra de lo audiovisual, pues  mantienen que aporta valores más deseables, cuanto menos, como un paso previo. La lectura supone la contención de la acción, la inversión a medio y largo plazo, lo que en economía sería el ahorro, promueve valores diametralmente opuestos a la posmodernidad, mientras que lo audiovisual implica inmediatez, consumo ipsofacto, si te gusta lo compras; y al igual que en la economía, los bienes más inmediatos suelen ser los que menos satisfacción nos reportan.

3. Repensar el ocio

La trabajadora actual no debe ni puede asumir los códigos de divertimento empresarial (un claro intento de lavado de cara que distraiga de la explotación que allí ocurre) como el ocio suficiente o necesario. Este divertimento no supone ni la cantidad ni la calidad del ocio óptimo para un individuo, puesto que el negocio es la NEGación del OCIO y no es posible su convivencia; en cambio, se deben alimentar la relaciones sociales al más puro estilo del Ágora que a tantos filósofos vio crecer, espacios de reflexión y debate que enriquezcan al conjunto. 

Hoy en día nadie quiere hablar de filosofía o política (en cualquier caso, tan solo de la menor de las políticas, la institucional). La absoluta mayoría de personas pueden enmarcarse en uno de los dos tipos de actitudes siguientes: la de pensamiento cero, "yo no tengo ideología u opinión sobre X tema / soy librepensador", es decir, que tienes la ideología u opinión hegemónica porque “el sentido común dominante es el sentido común de las clases dominantes"; o la de la posmodernidad, "yo pienso así (posverdad) y ni te atrevas a ponerlo en duda o discusión porque supone un ataque a mi libertad individual y derecho de opinión".

4. Volver a la pertenencia a un grupo

El Marxismo dota al trabajador de una visión global del mundo y la realidad que le rodea además del sentimiento de pertenencia a un grupo que marcha en favor del ritmo de la historia, en su misma dirección (a pesar de sentir cierta contracorriente coyuntural). 

Cuando esto se pierde con la caída de la URSS (la alternativa real al capitalismo) y la globalización junto a la posmodernidad acaban por destruir todo lo colectivo (la clase, los sindicatos, los partidos, las asociaciones, etc.) atomizando al individuo, el susodicho precariado (próximamente aceptado por la RAE) queda huérfano frente a dos caminos principalmente, dejarse llevar por la corriente, esto es la ideología hegemónica, claramente de corte neoliberal; o acogerse a una lucha, en cierto modo familiar, que pueda ganar, como la xenófoba de la nueva derecha radical.

5. Reconquistar el salario

Actualmente por el trabajo realizado se percibe un sueldo (originalmente, el dinero que cobra un soldado o mercenario), sin embargo, debemos recuperar el honorario (el dinero percibido por el honor y la dignidad del desempeño). 

No es nada nuevo para un marxista pero, el sueldo supone la cantidad justa y necesaria para que el proletariado logre sobrevivir y seguir siendo explotado, mientras que el honorario sería la cantidad correspondiente al valor del trabajo ejercido (sueldo + plusvalía).

14 de enero de 2018

Análisis político en contexto de gobernanza


Tiempo estimado de lectura: 3 minutos

Tras la lectura de algunos capítulos del libro publicado por Mark H. Moore en 1998, “Gestión estratégica y creación de valor en el sector público”, trataremos que reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con el concepto de gobernanza y cómo éste se conjuga con el rol del analista político.

Contexto de gobernanza

La primera de las preguntas es: ¿se produce el "caso Ruckelshaus” en un contexto de gobernanza? Bien, entenderíamos que la política pública que lideró William Ruckelshaus en la Agencia de Protección Ambiental (EPA, sus siglas en inglés) sí se dio en un contexto de gobernanza, puesto que  los procesos de toma de decisiones y por el cual éstas son implementadas (o no) tuvieron lugar de forma satisfactoria y mediante la participación de la sociedad civil en asuntos públicos.

El porqué sostenemos dicha afirmación es sencillo, la población habían generado unas demandas concretas en relación con la contaminación a partir de sucesos e información, esas demandas llegaron a la administración pública (lo cual ya da vida a la trayectoria de dichas demandas) y no solo eso, sino que se decidió dedicar medios para la creación de una política pública que solucionase o al menos mejorara la situación que había sido denunciada. Una vez llegados a este punto los interesados en el tema hicieron uso de su fuerza, información y voluntad en la arena política. El punto que podía fallar en este caso era el final, la consecución del objetivo planteado; pero ¿por qué no se conseguiría? Tal y como suele ocurrir en estos casos, no se conseguirá por la división interna. A medida que avanza el desarrollo de la política, el conglomerado de personas que habían formado antes un grupo de interés unido, por la incertidumbre que implica la propuesta y aplicación de una “solución” a un problema nuevo, acaban por deshacer la cohesión necesaria para lograr sus objetivos por falta de información y experiencia. 

Al fin y al cabo, porque no hay una política pública perfecta, incluso la más eficaz y satisfactoria puede acabar generando otra demanda. Este es el caso de la implementación del uso obligatorio del casco para los motoristas, en España durante años el uso del casco había sido obligatorio por ley, pero no de facto hasta el endurecimiento de las sanciones. Una casi impecable gestión de dicha política logró reducir drásticamente el número de muertes de motoristas en accidentes de tráfico, sin embargo, a una buena política pública le siguió un descenso en la donación de órganos, campo en el que España era líder en solitario a nivel mundial, dado que el número de órganos útiles que generaban esos accidentes se redujo notablemente.

Lo que deberíamos valorar primordialmente es si ha habido una toma de decisiones generada o en la cual haya participado la sociedad en el mayor conjunto posible, la gobernanza asume posibles déficits; sean de capacidad, conocimiento, implementación o motivación, pero a pesar de eso la estrategia de Ruckelshaus tuvo éxito y consiguió que la EPA y los ciudadanos se pusieran en común para la limpieza del entorno. 

El papel del analista político

En cuanto al impacto de la gobernanza en el papel que juegan los analistas de políticas en las organizaciones públicas, es algo complejo. Por una parte la propia gobernanza, al incluir a la sociedad de forma activa en todo el proceso, permite que la administración consiga información que ésta le da de primera mano y gracias a la cual los analistas pueden realizar un exhaustivo trabajo. En esta dirección apunta Moore cuando trata el objetivo primordial del sector privado y su características, dicho sector busca el beneficio económico de forma inmediata y eso es medido en función del saldo total de un periodo, en cambio, la administración pública pretende el beneficio social al menor coste económico posible y suele desarrollarse a largo plazo, por lo que realizar un diagnóstico en contexto de gobernanza sobre la calidad y resultados de una política pública resulta, cuanto menos, difícil.

Por otro lado, no siempre lo que la sociedad parece asumir como positivo acaba siéndolo realmente, esto es debido al dinamismo implícito del concepto gobernanza, los valores pueden evolucionar con el paso del tiempo y los cambios deben ser previstos de alguna forma, pero esos cambios no los puede prever la propia sociedad.

Para afrontar los problemas planteados y salvar la incertidumbre, entre otras cosas, es para lo que trabajan los analistas políticos; y la gobernanza ha dado la oportunidad de mejorar lo que éstos pueden ofrecer conjugando de forma correcta ambos factores.

Por último, haciendo referencia a cómo debe adaptarse el triángulo estratégico definido según el autor a un contexto de gobernanza, creemos que este triángulo a priori equilátero deberá pasar a darle más peso y relevancia al lado de la legitimidad y el apoyo político puesto que la intervención de sectores tanto públicos como privados es el concepto más valioso en dicho contexto. De hecho, el triángulo estratégico parece estar diseñado para una situación en la que A (sector público) pretende que hacer funcionar X y debe para ello convencer a B (sector privado) o viceversa. En un contexto idílico de gobernanza esto no se daría así, en ese caso A y B proponen y discuten X a fin de hacerlo posible de una forma apta para ambos. Un diseño de política pública valioso, en términos sustantivos, y la legitimidad necesaria para llevarlo a cabo van idealmente unidos des del inicio, ahorrándose así futuras discrepancias y obstáculos en su aplicación.

12 de enero de 2018

El discurso político en la televisión y el cine


Tiempo estimado de lectura: 5 min

Postman sostiene en Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del "show business” que “los filmes, los discos y la radio están dedicados al entretenimiento de la cultura y sus efectos en la alteración del estilo del discurso norteamericano no son insignificantes. […] Nadie va al cine al cine para enterarse de la marcha de la política gubernamental, o de los últimos progresos de la ciencia” (2001: 96).

El discurso político en el cine

Pues bien, puede que nadie vaya explícitamente al cine a informarse de forma ortodoxa, sin embargo, sí recibe una cantidad pasmosa de información, es por ello que en las sociedades contemporáneas el cine se ha convertido en un elemento más de estudio, crítica y análisis histórico, político y sociológico. La capacidad de este arte para ilustrar la cotidianeidad en movimiento –hecho que lo distingue de la pintura o de la escultura– ha sido explotada desde sus orígenes. Ejemplos de esto los hallamos en las primerizas obras de los hermanos Lumière, testimonio vivo de la realidad de finales del siglo XIX. Esta circunstancia, como afirma Peter Burke (2001: 11), ha dado pie a los historiadores a utilizar la imagen como parte importante de sus métodos de investigación:
“Durante la última generación, los historiadores han ampliado considerablemente sus intereses, hasta incluir en ellos [...] la historia de las mentalidades, la historia de la vida cotidiana, la historia de la cultura material, la historia del cuerpo, etc. No habrían podido llevar a cabo sus investigaciones sobre estos campos relativamente nuevos, si se hubieran limitado a las fuentes tradicionales, como, por ejemplo, los documentos oficiales producidos por las administraciones y conservados en sus archivos.Por ese motivo, cada vez más a menudo se están utilizando distintos tipos de documentación, entre los cuales, junto a los textos literarios y los testimonios orales, también las imágenes ocupan un lugar”.
No cabe duda, pues, de la relevancia e influencia del cine en las numerosas transformaciones que han sufrido tanto las sociedades del siglo XX como las ciencias sociales que han tratado de explicar las mismas. Sin embargo, con la aparición de las primeras cintas fantásticas de George Meliès o Segundo de Chomón, y las transformaciones narrativas introducidas por cineastas de principios de siglo como Edwin S. Porter, pronto nos hallamos ante un cine menos contemplativo o documental, y la narración de ficción gana peso dentro de la reciente industria. Esto hace, como bien apunta Rollin (1987: 15), que debamos plantearnos la validez de un arte cada vez menos realista y más subjetivo:
“Cuando se sitúa ante la producción cinematográfica en tanto recurso y fuente el historiador ha de plantearse cuestiones de la siguiente índole: ¿cuál es la interacción entre el mundo contemporáneo y la naturaleza cinematográfica?, ¿qué relación existe entre el cine y la narración histórica?, ¿en qué manera consideramos posibles los films históricos?, ¿qué se entiende por un film histórico?, ¿puede el cine no-histórico, el convencional o de ficción, construir la Historia? Y, finalmente, ¿está el historiador en condiciones de aceptar la narración cinematográfica como narración histórica?”.
Y es que, el cine otorga la capacidad a sus creadores de lanzar un mensaje ideológico a todos aquellos que lleguen a ver su obra. El poder de las imágenes es tan fuerte que se convierte en una suerte de arma y el investigador debe tener esto muy presente al estudiarlo como fuente. La explicación al respecto de T. Adorno (2007: 38) es muy clara:
“El cine es una mezcla de drama y novela. Como drama, el cine se compone de escenas, diálogos, pocos movimientos de cámara, colocando al espectador ante una situación dada, cuyos precedentes apenas son esbozados y que aboca a una intensa acumulación de emociones. Como novelas, es una sucesión de planos más o menos cortos, relacionados por su contenido, que fragmentan el espacio, el tiempo y la acción principal en una miríada puntos de vista, contiguos aunque no entrelazados. Esta sucesión, esta yuxtaposición de planos, le otorga un fuerte carácter discursivo, aún más informativo, documental. Sin su elemento dramático, el cine aparece como un reportaje en el que el espectador no sería capaz de congeniar con ninguno de los protagonistas de la trama. Sin su elemento épico, el cine pierde sus funciones mitológicas, deja de transmitir los modelos de conducta, las pseudoexplicaciones, la normalización implícita.”
Todos sus elementos, pues, se conjugan –o al menos, pueden hacerlo- para generar un discurso audiovisual de marcado carácter político. Y sus características concretas hacen necesario un amplio conocimiento del mismo en el momento de someterlo a estudio:
“El supuesto “realismo” del cine condensa la vida de una persona en hora y media, una batalla en dos y el nacimiento de una nación en tres. Para ser “real”, el cine tiene que comprimir los significados, mostrar comportamientos idealizados y engranar diálogos imposibles de sostener en la realidad.” (Luna, 2009: 9)
Siendo así, es evidente que en el cine se hallan numerosas “trampas” que cualquier analista debe tener en cuenta al iniciar un estudio, pero que sin embargo generan en sí mismas una realidad –la del autor y su contexto– que también forman parte del estudio. En otras palabras, todos aquellos elementos que alejan al cine de un discurso objetivo sobre la realidad de un tiempo y un contexto determinados –su componente discursivo, ideológico y subjetivo– presentan a su vez una realidad mucho más compleja y completa, por lo tanto, mucho más cercana a la realidad de unos hechos y un tiempo que cualquier elemento historiográfico clásico, ya sean documentos o periódicos, y además en formato audiovisual.
Tanto es así, que a mediados de los años noventa surge el término Cinemoeducation, acuñado por Alexander Hall y Pettice (1994) para referirse al uso de películas en el ámbito de la educación. ¿Qué es la educación sino la recepción y asimilación de información? Las películas proporcionan una modalidad única para educar, como demuestra el estudio realizado por Raingruber (2003), donde se examinaron 11 estudiantes de enfermería de postgrado, que revelaron que las películas son eficaces en la promoción de la reflexión, producen o despiertan emociones y empatía, y son una buena forma de presentar dilemas éticos.
Preconizar el medio escrito es asumir la completa complejidad de la política como un ámbito al que se accede única y exclusivamente mediante el raciocinio, un argumento peligroso, puesto que puede degenerar en una suerte de clasismo intelectual que se presupone indeseable. La política es racional, por supuesto, es inconcebible el estudio de la ciencia política carente de raciocinio, sin embargo, éste es un componente necesario pero no suficiente. Para la comprensión de la realidad la ciencia política analiza fenómenos como el nacionalismo, el sentimiento de pertenencia a una clase social o la aversión a la desigualdad y todos ellos poseen un componente emocional, de valores o no racional.
En concreto para el discurso, cuyo objetivo es transmitir y legitimar unos valores, el cariz emocional de la vía audiovisual se presenta como una herramienta, no una prostitución de la pureza del mensaje. Una herramienta no imparcial si así se quiere, dado que una explotación sobredimensionada de los rasgos no racionales acaba por prácticamente erradicar la lógica y hace caer notablemente el nivel intelectual del mensaje. Mas, esas son las consecuencias negativas a evitar puesto que son posibles, en ningún caso inexorables. En cambio, si analizamos sus ventajas encontraremos en el canal audiovisual un complemento para la transmisión del mensaje que lo potencia de forma significativa.

El discurso político en la TV

Postman no centró su atención en el cine durante su obra Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del "show business” (2001), sacrificándolo en pro de la televisión, por lo que parecía inevitablemente necesario abordarlo aquí. No obstante, su lectura del discurso público enmarcado en términos televisivos es excelente. La identificación de rasgos de continuidad y fragmentación son más que pertinentes.
Dentro del formato televisivo existe fragmentación en cuanto a la programación, los programas empiezan y acaban acorde al tiempo destinado a ellos, a pesar de que el ritmo de desarrollo del contenido sea distinto, la hora marca el final sin concesiones aun quedando inacabado el programa en cuestión. En consecuencia, el ritmo que imprimen los moderadores y guionistas de los programas provoca una sensación cercana al atropello, dando fin a intervenciones y secciones de forma artificial intentando mantener en todo momento la atención del espectador, provocando en éste una actitud pasiva y la comodidad de no requerir esfuerzo a la hora de concentrarse en aquello que ve. En este sentido la fragmentación es una consecuencia necesaria para mantener en todo momento tensa la vinculación del espectador para con los estímulos, sin dejar espacio a la reflexión, la discusión y finalmente la conclusión.
Del mismo modo, la fragmentación está presente en la parrilla televisiva donde se preceden programas muy diversos interrumpidos durante y entre ellos por anuncios igualmente dispares entre sí. Sin embargo, dicha fragmentación se hace compatible con una continuidad latente; no existen un inicio y un final generales para televisión, se presenta como un continuum de 24 horas al día 7 días a la semana que presenta patrones recurrentes e inmóviles durante muchos meses (lo cual es una eternidad en términos televisivos). Pero lo realmente importante si hablamos de continuidad es la línea común de discurso político, de ideología como sistema de valores, presente a lo largo y ancho de la parrilla televisiva, hay un denominador común para todos los programas, series, películas y anuncios. No conlleva un esfuerzo excesivo identificar comportamientos sexistas, homófobos o racistas en todos y cada uno de estos tipos de subproducto. Podríamos identificar el comportamiento del medio televisivo en una metáfora simple pero muy gráfica, si la televisión fuese el océano estaría compuesta por las mareas cambiantes de la superficie, el movimiento errático de las olas homologable a la fragmentación, y las corrientes marinas, movimientos de agua más fuertes que se esconden en el fondo al igual que la continuidad de la carga ideológica que se esconde en los patrones de conducta del contenido televisivo.
Ahora bien, la discrepancia proviene de la caracterización de la televisión, Postman sostiene que ésta nace con un fin y su forma está supeditada al mismo, por lo que todo mensaje con voluntad de aparecer en televisión queda impregnado o deformado por los valores y forma televisivos. Mas, cae innegablemente en la lógica inductivista, dicho de otro modo, si bien es cierto que hasta ahora ha sido así, el paso de los hechos observados al supuesto general planteado es infundado, nada hace pensar que la televisión es como la conocemos por naturaleza y ésta es inmutable. Él mismo apunta que “la televisión encontró en una democracia liberal y en una economía de mercado relativamente libre, un clima favorable para la explotación de todas sus posibilidades como tecnología de la imagen” (2001: 90), lo que no es otra cosa que un factor coyuntural; el cambio en la democracia liberal y la economía de mercado podría implicar, de forma totalmente plausible, un cambio en el formato televisivo que salve las consecuencias negativas que apunta el autor. Ergo, éstas no están asociadas al formato audiovisual o a la televisión per se, sino que lo están al formato audiovisual o a la televisión dentro de los parámetros marcados por la ideología hegemónica.

10 de enero de 2018

Acción política colectiva y las TIC en España


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Entendemos por acción política colectiva una forma de participación que engloba todas aquellas acciones conjuntas que se llevan a cabo en pos de lograr unos intereses comunes y/o que tienen como objetivo resolver un conflicto preexistente. Para la consecución de estos objetivos e intereses se llevan a cabo una serie de prácticas de movilización específicas, influyendo a su vez en la distribución de poder o en las tomas de decisiones públicas. 

Y durante décadas este concepto ha quedado reflejado en muestras de acción colectiva de carácter presencial y con repercusión local-nacional condicionadas por los canales de difusión, pero con la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se creó “una nueva lógica espacial: los flujos frente a los lugares: Una lógica que cobra sentido en un mundo globalizado, donde mercados, sociedades y culturas se vinculan a través de una comunicación a gran escala, a su vez ligada a las relaciones de interdependencia entre los países” (Barba y Sampedro, 2011: 159). 

Los más optimistas ven las TIC como un instrumento básico en la lucha política de la acción colectiva, puesto que permite salvar el obstáculo “geográfico” en cuanto a la comunicación pudiendo construir una red totalmente horizontal que conecta lo local con lo global, además de la posibilidad de crear un conjunto de medios de información alternativos ajenos al control de los grupos mediáticos de (des)información empresariales. También se piensa que dichas ventajas logran incurrir en un cambio en la actitud de los individuos insuflándoles la proactividad de la que el escenario anterior carecía.

En suma, podemos clasificar los principales posicionamientos con respecto a las TIC en la acción política colectiva en dos visiones, la ciberoptimista, la que engloba lo expuesto anteriormente, y la ciberpesimista o ciberescéptica, que subraya algunas de sus limitaciones como la brecha digital o la debilidad de la asociación de los grupos formados mediante internet. 

Si repasamos la historia más reciente de la acción política en España podemos identificar cuatro elementos, a priori similares entre sí, que evolucionan distinto por sus características propias (Barba y Sampedro, 2011):


Origen
Convocatoria
Espacio acción
Resultado
13M
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales
Anónima
Offline
Disolución
MVD
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales
Anónima
Offline y Online
Movimiento Social MVD
Anti Ley Sinde
Movimiento social online de ámbito nacional
Ciberactivista
Online
Movimiento encapsulado esfera digital
15M
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales y globales
Anónima
Offline y Online
Movimiento 15M internacional
















En primer lugar, aparece el 13M, movilizaciones presenciales, espontáneas, de disolución inmediata y repercusión local-nacional que se diferencian de otras anteriores por el papel determinante que jugaron las TIC en su convocatoria, online y anónima. En Madrid, el 13 de Marzo de 2004 se congregó en una manifestación el tejido social más movilizado sin necesidad de organización ni contacto previo, eran activistas que tan solo tenían eso en común en algunos casos. Es un hecho insólito por los mismos motivos que hicieron que se disolviera, su débil vinculación.

En segundo lugar, el Movimiento por una Vivienda Digna (MVD), una reivindicación que cristalizó su proyecto en un movimiento social tras sumar a su acción tradicional la interacción online. Al igual que el 13M, el MVD es un fenómeno autoconvocado de repercusión local-nacional, pero éste actúa tanto online como offline, lo que le permitió mantenerse en el tiempo y superar el obstáculo de la vinculación antes de su neutralización.

En tercer lugar, el movimiento Anti Ley Sinde, un proyecto que gira en contra de la aplicación de la susodicha ley y a favor la universalidad de la red y la cultura libre. Lo que caracteriza este movimiento de forma diferencial respecto a los anteriores es su target, algo más homogéneo (principalmente ciberactivistas), y su espacio de acción, totalmente online. Por ello, su influencia quedó limitada al entorno digital[1], no supo gestionar ambas esferas como el MVD y obtuvo una repercusión menor.

Por último, el 15M, el nacimiento de un movimiento del que el proyecto 15M.CC fue testigo, “la manifestación convocada por ¡Democracia Real YA! dio paso a lo que se ha conocido como el «movimiento del 15M», un despertar de conciencia colectivo sin precedentes en España. A partir de ese día, cientos de personas se hicieron habituales en torno a la Puerta del Sol y algunas, como nosotros (Pablo Soto, Stéphane M. Grueso y Patricia Horrillo), empezaron a relatar lo que estaba sucediendo a través de las redes sociales y de blogs” cuentan en su página web.

Por supuesto, el 15M aprendió de las experiencias pasadas y superó, aprendiendo del error del movimiento Anti Ley Sinde, la combinación de las realidades online y offline. Logró transformarse en un movimiento social con continuidad, a diferencia del 13M y su disolución inmediatamente posterior a su nacimiento. Ocupó la agenda pública recogiendo las demandas del 13M (un sistema de representación político informativo veraz), del MVD (un modelo económico sostenible y libre de corrupción política) y del movimiento Anti Ley Sinde (la universalidad de la red y la cultura libre), agregándolas a un marco de reformas estructurales que mejoren la calidad de la democracia.

El 15M llegó tan lejos en el ámbito de la acción política colectiva que acabó por cristalizarse, de un modo u otro, en un partido político, Podemos. Ergo, se podría afirmar sin muchas reservas que el movimiento 15M, viendo representados sus intereses en un partido político que no es otra cosa que uno de los principales candidatos a formar gobierno a nivel estatal, ha sido “el máximo paradigma de movimiento social generado a través de una convocatoria anónima de multitudes a través de las TIC” (Barba y Sampedro, 2011; 165).

Por lo tanto, volviendo a las dos principales visiones por lo que respecta al papel de las TIC en la acción política colectiva, reconocemos las debilidades apuntadas por los ciberoptimistas en los elementos analizados, sin embargo, ha sido mediante las TIC como se ha dado el mayor exponente de movimiento social en el estado.

Así que cabría dar la ventaja a éstos últimos, a menos que, pensando en la acción política colectiva como una herramienta para la consecución de las conquistas sociales que se demanden y nazcan del contrapoder con el objetivo de lograr la justicia social, se entiendan, estas y otras muestras de acción colectiva, como válvulas de escape para la presión y el descontento social dirigidas por el poder hegemónico, que por consiguiente no perjudicarán de ningún modo el statu quo o incluso lo desarrollen.

Hablando de hechos concretos, analicemos el 15M. El 23 de marzo de 2011, con casi un mes de antelación se celebró en el Medialab-Prado de Madrid la “#Redada 6: Derechos civiles, activismo e Internet”, una ponencia que giraba en torno a si las redes sociales potencian el activismo y la necesidad de ocupar las calles para producir cambios, mirándose en las llamadas “Primaveras Árabes”. Los participantes, Juan Freire (profesor y experto en sociedad en red), Enrique Dans (profesor IE Business School), Francisco Polo (Actuable), Olmo Gálvez (Democracia Real Ya), un Representante de Juventud SIN Futuro, Diego Beas (experto en politica y sociedad) y Leila Nachawati (especialista en gestión de medios sociales y en libertad de expresión en Oriente Medio y Norte de África), apuntaron claramente a la irrupción de un fenómeno similar al de las “Primaveras Árabes” en España, incluso se hablaba ya de la manifestación convocada para el 15 de Mayo como fecha ideal del suceso, en palabras de Enrique Dans:

“Esa es la gran diferencia. Las coyunturas simplemente favorecen el desarrollo de un tejido organizativo, de una toma de conciencia, del establecimiento de conexiones… Pero son los EVENTOS los que de verdad PROVOCAN (las revoluciones). En la próxima manifestación del 15 de mayo (…) ¡No estoy pidiendo que nadie salga a la calle y se queme a lo bonzo, por Dios! (en referencia al “evento” que originó la Primavera Árabe). Pero falta ese EVENTO, y por ahora estamos viviendo de coyunturas (…). La discontinuidad surge cuando se da ese EVENTO, y eso es algo que en una democracia madura es más difícil que surja, y que desde luego aquí (en España) no ha surgido hasta ahora”.

Imaginando un escenario contrafáctico, en caso de pensar que el 15M fue creado o patrocinado de alguna forma por entidades externas, el vaticinio de la irrupción del supuestamente espontáneo movimiento 15M no debería sorprendernos. Así como tampoco el curioso retraso con el que se cargó el video en la web de MediaLab, los videos de las #Redadas anteriores se volcaban en el mismo día de la celebración, pero ese no fue el caso de la que comentamos, sino que se publicó un mes más tarde, por supuesto, a posteriori del 15M para no levantar excesivas sospechas.

La simple lógica de la creación del Medialab-Prado ya dice más de lo que pueda parecer a priori, se crea a imagen y semejanza del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el mayor centro de creación de inteligencia colectiva, de ideología abiertamente capitalista y financiado por el gobierno de los Estados Unidos de América. Entre su staff técnico encontramos a Ethan Zuckerman, creador de Global Voices, una red de supuestos blogueros “independientes” financiada por la Open Society Foundation del millonario liberal George Soros en la que Leila Nachawati, una de las invitadas de la #Redada, publica. Zuckerman también es principal investigador y director del MIT Center for Civil Media, quien, de nuevo, está financiado por la Open Society Foundation de Soros.

En la #Redada 15 (aunque también presente en la 2, 3 y 4) donde se volvían a reunir los participantes de la 6, se incorporó Javier de la Cueva, el pionero y promotor de las licencias Creative Commons (profundamente promovidas por Juan Freire y Enrique Dans, participantes de la #Redada 6), protagonista de Laboratorio Procomún en Medialab-Prado y receptor, mediante Creative Commons, de financiación por parte de Open Society Foundation y la Omidyar Network Foundation (dirigida por el fundador de eBay, Pierre Omidyar). 



Así mismo, es fundamental analizar cómo se contó el 15M y para ello hemos dado con periodismohumano.com, la referencia fundamental para entender el movimiento desde sus inicios, según su página web. El medio más citado en twitter del 15 al 19 de mayo, justo en su eclosión y referencia de primera mano para medios como The New York Times, Al Jazeera o The Washington Post. 

En primera instancia, reconocen, su cometido fue el de contarle al mundo lo que sucedía en esa plaza, pero en cuanto los medios generalistas dieron cobertura suficiente al suceso pasaron a contextualizar y dar perspectiva, ofreciendo las claves, el origen y la evolución del 15M. A la pregunta de por qué ese medio se había convertido en referencia, ellos mismos contestan “porque cuando el 15M despertó, periodismohumano ya estaba allí” (Periodismohumano, 2011), lo cual resulta muy revelador.

Dicen que este fenómeno está relacionado – si de una manera formal o de fondo es otro debate – con las revueltas en el Norte de África y en Oriente Medio. En periodismohumano hemos analizado el ambiente que se respiraba en las calles y redes sociales de Egipto, Túnez o Bahrein desde meses antes que comenzaran esas movilizaciones y hemos mantenido una actitud desprejuiciada desde el inicio con lo que empezó a suceder.” (Periodismohumano, 2011)

La actitud desprejuiciada de la que hablan en Periodismohumano es una suerte de visión imperialista pro OTAN, apoyan a “rebeldes libios”, “rebeldes sirios”, “ONGs independientes en Egipto” y a la oposición anti-Putin rusa. Hacen eco de numerosas campañas de desinformación sobre Siria por parte de Amnistía Internacional.

Éstas son algunas de las sospechosas vinculaciones de los “líderes” del 15M con fundaciones creadas por millonarios de las que The Guardian informó en 2004[2], su directa implicación en la organización de revoluciones de colores. Lo cual hace plausible la teoría de movimientos sociales (15M) como válvulas de escape para el descontento social dirigidas por el poder hegemónico (Open Society Foundation), sin embargo, aún es pronto quizás, para afirmar que por consiguiente no perjudiquen de ningún modo el statu quo imperante o incluso lo desarrollen.

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[1] Anonymous convocó una manifestación en contra de la Ley Sinde para los premios Goya en 2011 y obtuvo una asistencia por debajo de las 300 personas. 

[2] The Guardian, 26 de noviembre de 2004. What Uncle Sam is up to: https://www.theguardian.com/world/2004/nov/27/ukraine.guardianletters1