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1 de enero de 2019

Pregúntale a Marx: ¿Los extremos se tocan?


Haces un análisis marxista de la realidad y las cosas cuadran, quien te escucha reconoce que tiene sentido y coincide en muchos de los diagnósticos, PERO…

Todo parece ir bien hasta ese “pero”, a partir de ahí todo son falacias, egoísmo o ignorancia. Uno de los recursos más habituales es “todo extremismo es malo” o, en su versión oficial, “los extremos se tocan”. Una suerte de mecanismo de defensa que separa lo sensato de lo radical, si hablamos de feminismo, condenar a la manada es sensato, oponerse a los piropos es radical. 


Es que vas demasiado más allá. ¿Se puede ir demasiado lejos? ¿Podemos acabar demasiado con el machismo, con la homofobia, con el racismo? Tan solo 2 han sido los problemas que me han planteado al pasarse de anti-racista:

Problemática 1
Al conocido como brazo de gitano se le tiene que llamar pastel alargado o simplemente pastel (al igual que otros 1312 pasteles de formas distintas que no necesitan de nombre propio).

Problemática 2
Que si desconoces la nacionalidad de un magrebí tienes que describirlo por un rasgo que no sea su país de origen, al no aceptar el término “moro” y negarse en rotundo a utilizar “magrebí”. 

En cuanto a problemas reales, no he logrado encontrar uno a día de hoy, por lo que os reto a mencionar alguno en los comentarios. 

Ahora bien, analicemos la veracidad de la sentencia titular ¿los extremos se tocan? La respuesta más obvia es NO. De forma evidente, uno no se convierte en egoísta o tacaño al pasarse de generoso ni se puede volver intolerante al tomarse demasiado a pecho la tolerancia. 

Asimismo, nunca oirás decirle a alguien que lleva al límite una característica negativa que si se pasa va a acabar siendo positivo, es decir, no se le advierte a un misógino machista que de seguir así acabará siendo un aliado feminista. Al parecer, los extremos se tocan de forma unidireccional, cuidado con hasta donde lleves una causa justa porque puedes acabar por ser injusto, pero tranquilo si emprendes una lucha deleznable, pues nunca te desviarás de tu repugnante objetivo. 

De aceptar semejante estupidez, podemos identificar casos en los que no se ha aplicado, Ghandi o Teresa de Calcuta por ejemplo. El imaginario colectivo no tiene a Ghandi como un extremista pacifista (él nunca podría pasar a ser violento) ni a Teresa de Calcuta como una radical altruista (tampoco ella sería egoísta al pasarse de frenada). Lo que diferencia estos dos casos de los mencionados al inicio es la capacidad de generar cambio, de modificar el statu quo. La Tere está claro que no juega un papel revolucionario, pero Ghandi tampoco,. Entiendo que pueda generar confusión la propaganda sobre él, sin embargo, si el uso de la violencia es un requisito para acabar con los privilegios de la clase dominante, el pacifismo es reaccionario.

28 de diciembre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿El comunismo quiere eliminar la propiedad privada?


Cuando logras que alguien te aguante la turra marxista y has conseguido pasar del iPhone y esas zapas Nike que llevas, llegará la gran pregunta fruto del interés e incredulidad a partes iguales: ¿Entonces, en un estado comunista se eliminaría la propiedad privada? ¿Quiere decir eso que yo no podría tener ni un piso, ni un coche, ni ropa? La respuesta corta es NO, NO SE ELIMINA LA PROPIEDAD PRIVADA.

La respuesta larga la podemos encontrar en el manifiesto comunista de Marx y Engels, en dicho manifiesto dedican un par de párrafos, si mal no recuerdo, en los que comentan irónicamente este tema. A los comunistas se nos acusa de querer eliminar la propiedad privada ¿pero qué propiedad privada? -pregunta Marx- ¿la propiedad de los productos que mediante el esfuerzo, sudor y trabajo los obreros se han ganado? ¿Esa propiedad que los empresarios arrebatan de forma sistemática robándoles la plusvalía? Ese derecho a la propiedad no puede eliminarse porque no existe realmente para la absoluta mayoría de la población. Los trabajadores pasamos 8 horas fabricando productos u ofreciendo servicios por los cuales tan solo recibimos una pequeña parte, un salario (una cantidad de dinero suficiente para subsistir y poder seguir yendo a trabajar por necesidad) mientras que el resto del beneficio generado, del que nosotros hemos generado, se lo quedarán los dueños de los medios de producción (la fábrica, la oficina, las máquinas, la tecnología, etc., todo aquello que les permite ganar dinero sin necesidad de trabajar).

Si entendemos en ese caso que la propiedad privada realmente no existe ¿a qué tiene miedo la clase dominante? Evidentemente, temen perder la capacidad de enriquecerse a costa del trabajo de los demás. Es que poseer los medios de producción es una forma mínimo 3 o 4 veces más rentable que vender tu fuerza de trabajo. Trataremos de exponerlo mediante un ejemplo para que sea más visual, si yo dedico 20 horas de trabajo y más de 6 años de formación para redactar un informe que vendo por 1.000€, esa cantidad será el total de los beneficios que me reportará dicho informe; mientras que una persona con 80.000€ puede comprar una vivienda para alquilarla o acciones de una empresa y estar sacando beneficio eternamente. Lo que determina si el beneficio será limitado o no estamos generando valor mediante el trabajo o tan solo especulamos.

En un hipotético sistema comunista podrías poseer artículos de consumo (ropa, comida, coche, un iPhone, etc.) pero no poseerías la infraestructura de telecomunicación que necesita toda compañía telefónica para ofrecerte el servicio. Entiendo que a nadie le gusta que limiten sus posibilidades, sin embargo, aunque hoy en día puedas teóricamente, no vas a lograrlo, es un hecho, se ponga como se ponga Mr. Wonderful.

24 de octubre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿Se puede ser comunista y cristiano?


Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, es el actual y 266º papa de la Iglesia católica. Las declaraciones a finales de 2016 sobre sus supuestas intenciones de establecer un papado prácticamente marxista me servirán como perfecto pie a la reflexión que ocupa el título; dicha declaración fue la siguiente:

"Son los comunistas los que piensan como los cristianos"

¿Los comunistas y los cristianos pensamos igual? ¿Somos lo mismo pero nos llamamos distinto? Para aquel entonces, ya resonaban en mi afirmaciones como que Jesús fue el primer comunista o que el cristianismo original podía equipararse al socialismo, sin embargo, sabía de la quema de iglesias durante la Guerra Civil y conocía la famosa frase de Marx "la religión es el opio del pueblo". Ahora, dos años más tarde, me dispongo a analizar hasta qué punto son ciertas esas sentencias y cuán compatible son las ideologías marxista y cristiana.

Si bien es cierto que encontramos valores comunes en ambas lecturas del mundo (la justicia, la bondad, la empatía, etc.), me atrevería a decir que existe una suerte de base moral compartida en la absoluta mayoría de las ideologías; pero son los matices diferenciadores los que aportan la fuerza a cada cosmovisión.

¿Fue Jesús el primer comunista?  Quien lo sostiene se apoya en pasajes bíblicos en los que la actitud de Jesucristo es supuestamente marxista, veamos los dos más claros: 

Mateo 12:21
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 

Al hijo de Dios no le gustaban los especuladores, o al menos no le gustaban los que especulaban en su templo. No tengo muy claro si el problema era "robar" u ocupar un espacio que debiera dedicarse a rendir culto a Dios. En cualquier caso, el marxismo no es el único -ismo en oponerse a la especulación, el anarquismo o el liberalismo clásico también lo hacen.
Mateo 19:24

Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

En este versículo poniendo de mi parte puedo llegar a entender que el cristianismo valora negativamente a las personas ricas, puesto que nadie se hace rico sin explotar, robar o especular. Si solo acceden al reino de Dios las personas que lo merezcan por un comportamiento ejemplar y ser rico implica lo mencionado, es obvio que un rico no puede optar a la salvación. Pero, si el juicio negativo al rico fuese, no por cómo se ha hecho rico, si no porque al acumular riqueza no ha dedicado tiempo suficiente a intentar curar una pierna seccionada con una tirita, esto es, dar limosna a los pobres para acabar con la pobreza, nada tendría de marxista -nada hay más capitalista que intentar trampear las desigualdades que el sistema crea para que pueda seguir funcionando sin atacar a la causa.

El resto de argumentos son sencillamente erróneos por desconocimiento del marxismo, el más repetido es que Jesús compartía todo lo que tenía con los apóstoles de forma igualitaria. El mantra del igualitarismo ha calado fuerte en el argumentario anticomunista, la igualdad en el marxismo se da en la casilla de salida (igualdad de oportunidades), no en el premio (igualdad económica), no se trata de repartir la pobreza o la riqueza, se trata de acabar con los privilegios, que crean injusticia.

Jesus was a socialdemocrat

Puede que de forma algo precipitada pero, creo, casi clarividente, me atrevería a concluir que Jesucristo no fue el primer comunista, mas quizá sí el primer protosocialdemócrata. Me explico, a la socialdemocracia le disgustan casi tanto como al marxismo-leninismo las fuentes de desigualdad (explotación y especulación) no obstante, creen que pueden acabar con ellas mediante medidas progresivas; a Jesús no le gustan los ladrones que ocupan la iglesia pero cree que los ricos pueden paliar la desigualdad con limosna, poco menos que la carga impositiva a las grandes rentas con la que los socialdemócratas sueñan. Además, ambas visiones, cristiana y socialdemócrata, rehuyen el conflicto y edulcoran al enemigo librándoles de un gran porcentaje de culpa de un modo u otro.

Por último, el cristianismo y el comunismo resultan inexorablemente incompatibles porque, entre muchos otros motivos, discrepan por completo en cómo se llegará al fin último; el marxismo-leninismo entiende que para llegar al estadio comunista en que se hayan abolido los privilegios y la posesión de los medios de producción por parte de la clase dominante, la clase trabajadora deberá emplear la violencia racional para combatir la violencia a la que los ricos y poderosos van a recurrir, sin duda, para defender su estatus. Al contrario, el cristianismo pone en manos de lo ajeno (el juicio de Dios) la consecución y el paso al destino final.

Al final, la doctrina cristiana y la socialdemócrata acaban pareciéndose más de lo esperado, ambas venden la esperanza de lograr alcanzar un idílico futuro que ni ellos mismos se lo creen, para poder justificar el sufrimiento y la resignación a la que te animan en el presente; de esta forma, lo sufrido por ti hoy sustenta lo disfrutado por un rico mañana.

18 de octubre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿Se puede ser comunista y tener iPhone?


- ¡Vas de comunista pero bien que llevas un iPhone! 

Jaque mate, soy un comunista de iPhone; puesto que manifiesto abiertamente mi ideología debo ser el faro que guíe a la clase obrera y si me detectan (lo que ellos creen que es) una contradicción debo hacerme el harakiri marxista leninista. 

Esta falacia recurrente entre los negacionistas anticomunistas se puede afrontar desde 3 marcos mentales distintos; y de hecho es aconsejable ir variando para no caer en la monotonía del discurso. En primer lugar, si hacen referencia a que el iPhone es un logro tecnológico de un sistema con el que pretendo acabar y eso no me da derecho a disfrutarlo; la respuesta es clara:

Entonces, tú, no-anticapitalista, ergo capitalista, no tienes derecho a disfrutar de las ventajas que los movimientos socialistas han aportado directa o indirectamente, no obstante, lo haces sin debatirte por dentro.

Puestos a vincular un producto con el sistema que estaba establecido en el momento de su aparición o creación, el teléfono móvil es un invento cuyo precursor fue un soviético (Leonid Kupriánovich) en la década de los 50s. Por tanto, de existir contradicción alguna, la sufrirías tú.

Si el reproche se basa en que estás asumiendo la propiedad privada de un producto de gran valor económico, será necesario aclarar que el marxismo no se opone a la existencia de propiedad individual de artículos de consumo, se puede tener cepillo de dientes, ropa, coche, calzoncillos, etc. Lo que no es concebible en una sociedad igualitaria, equitativa y justa es que unas personas posean los medios de producción que generan beneficios a costa de explotar la fuerza de trabajo del resto; los medios de producción deben ser para quien los usa y trabaja, incluso si quien lo hace se ha comprado un teléfono móvil con el dinero ganado fruto de su trabajo y no de la explotación ajena. El problema no es que yo tenga un iPhone pagado con dinero que he ganado con mi trabajo, si no que la Botín pueda tener 1312 móviles sin haber trabajado en la vida mientras que familias trabajadoras no tengan para comer.

O, por último, si asumimos que ciertamente es una contradicción para nosotros los marxistas disfrutar de productos que están hechos en base al robo de la plusvalía; se entiende que el que no es marxista, está a favor de ésta, incluyendo la explotación infantil o la esclavitud (fenómenos altamente aceptados en periodo capitalista); o que todas sus pertenencias han sido producidas en una suerte de cooperativas ajenas al mercado capitalista, lo cual parece poco probable.

20 de febrero de 2018

Pregúntale a Marx: ¿Menos café y más plan de pensiones?


Tiempo estimado de lectura: 3 minutos

Hace apenas unos días, los genios y analistas políticos (véase el tono irónico) que Antena3 tiene a bien alimentar con un sueldo 4 veces mayor del que un servidor podrá disfrutar nunca, debatían sobre la mísera subida de las pensiones, de un 0,25%. 

Sería lógico pensar que dichos pseudoexpertos criticarían fuertemente ese paupérrimo aumento al compararlo con el del Índice de Precios al Consumidor (IPC), ya sea por sentido común o porque resulta facilísimo e incluso popular criticar una medida del gobierno del PP. Nada más lejos de la realidad, en Antena3, haciéndole la segunda a El País en su cruzada por vendernos la pobreza como algo cool y moderno, parieron un tuit a modo de titular que resumía lo expuesto por una colaboradora del programa.


Una vez más, los palmeros de la derecha más nauseabunda desvían la discusión, obviamos el debate "La subida de las pensiones es una miseria" para emplazarnos en el encuadre "¿Qué podemos hacer para ahorrar el dinero suficiente como para vivir de un plan de pensiones privado?".

Éste es un hecho lamentable en más de un sentido, por un lado distraen la atención de lo verdaderamente importante, la injusticia que da pie a la supuesta temática del programa, LA INSOSTENIBILIDAD DE LAS PENSIONES PÚBLICAS; por otro lado, culpan al ciudadano de su pobreza o de dicha insostenibilidad, puesto que está gastando 28.000€ por puro placer, menudo manirroto; y a modo de guinda, hacen una suerte de propaganda de los planes de pensiones privados, es decir, si quitándote del café te ahorras 28.000€ y ese dinero lo inviertes en plan de pensiones, podrás jubilarte a base de cafés. 

Al ver como blanquean descaradamente la imagen del partido en el gobierno y su actuación casi delictiva desplazando la culpa a las víctimas de dicha injusticia empleando el ahorro como excusa, recordé la siguiente anécdota de Marx; es bien sabido que al bueno de Karl le perdía la adicción por el tabaco, dada su situación económica siempre fumaba una de las peores marcas por su precio. No obstante, un día descubrió una marca mucho más barata en la que calculó que se ahorraba X cantidad de dinero por cajetilla, así que mayor sería el ahorro cuanto mayor fuera el consumo. Y su afán ahorrador le llevó a fumar tal cantidad de cigarros que el médico tuvo que exigirle que dejara de enriquecerse de esa forma si quería seguir viviendo (sería un médico leninista antes que Lenin).