24 de octubre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿Se puede ser comunista y cristiano?


Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, es el actual y 266º papa de la Iglesia católica. Las declaraciones a finales de 2016 sobre sus supuestas intenciones de establecer un papado prácticamente marxista me servirán como perfecto pie a la reflexión que ocupa el título; dicha declaración fue la siguiente:

"Son los comunistas los que piensan como los cristianos"

¿Los comunistas y los cristianos pensamos igual? ¿Somos lo mismo pero nos llamamos distinto? Para aquel entonces, ya resonaban en mi afirmaciones como que Jesús fue el primer comunista o que el cristianismo original podía equipararse al socialismo, sin embargo, sabía de la quema de iglesias durante la Guerra Civil y conocía la famosa frase de Marx "la religión es el opio del pueblo". Ahora, dos años más tarde, me dispongo a analizar hasta qué punto son ciertas esas sentencias y cuán compatible son las ideologías marxista y cristiana.

Si bien es cierto que encontramos valores comunes en ambas lecturas del mundo (la justicia, la bondad, la empatía, etc.), me atrevería a decir que existe una suerte de base moral compartida en la absoluta mayoría de las ideologías; pero son los matices diferenciadores los que aportan la fuerza a cada cosmovisión.

¿Fue Jesús el primer comunista?  Quien lo sostiene se apoya en pasajes bíblicos en los que la actitud de Jesucristo es supuestamente marxista, veamos los dos más claros: 

Mateo 12:21
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 

Al hijo de Dios no le gustaban los especuladores, o al menos no le gustaban los que especulaban en su templo. No tengo muy claro si el problema era "robar" u ocupar un espacio que debiera dedicarse a rendir culto a Dios. En cualquier caso, el marxismo no es el único -ismo en oponerse a la especulación, el anarquismo o el liberalismo clásico también lo hacen.
Mateo 19:24

Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

En este versículo poniendo de mi parte puedo llegar a entender que el cristianismo valora negativamente a las personas ricas, puesto que nadie se hace rico sin explotar, robar o especular. Si solo acceden al reino de Dios las personas que lo merezcan por un comportamiento ejemplar y ser rico implica lo mencionado, es obvio que un rico no puede optar a la salvación. Pero, si el juicio negativo al rico fuese, no por cómo se ha hecho rico, si no porque al acumular riqueza no ha dedicado tiempo suficiente a intentar curar una pierna seccionada con una tirita, esto es, dar limosna a los pobres para acabar con la pobreza, nada tendría de marxista -nada hay más capitalista que intentar trampear las desigualdades que el sistema crea para que pueda seguir funcionando sin atacar a la causa.

El resto de argumentos son sencillamente erróneos por desconocimiento del marxismo, el más repetido es que Jesús compartía todo lo que tenía con los apóstoles de forma igualitaria. El mantra del igualitarismo ha calado fuerte en el argumentario anticomunista, la igualdad en el marxismo se da en la casilla de salida (igualdad de oportunidades), no en el premio (igualdad económica), no se trata de repartir la pobreza o la riqueza, se trata de acabar con los privilegios, que crean injusticia.

Jesus was a socialdemocrat

Puede que de forma algo precipitada pero, creo, casi clarividente, me atrevería a concluir que Jesucristo no fue el primer comunista, mas quizá sí el primer protosocialdemócrata. Me explico, a la socialdemocracia le disgustan casi tanto como al marxismo-leninismo las fuentes de desigualdad (explotación y especulación) no obstante, creen que pueden acabar con ellas mediante medidas progresivas; a Jesús no le gustan los ladrones que ocupan la iglesia pero cree que los ricos pueden paliar la desigualdad con limosna, poco menos que la carga impositiva a las grandes rentas con la que los socialdemócratas sueñan. Además, ambas visiones, cristiana y socialdemócrata, rehuyen el conflicto y edulcoran al enemigo librándoles de un gran porcentaje de culpa de un modo u otro.

Por último, el cristianismo y el comunismo resultan inexorablemente incompatibles porque, entre muchos otros motivos, discrepan por completo en cómo se llegará al fin último; el marxismo-leninismo entiende que para llegar al estadio comunista en que se hayan abolido los privilegios y la posesión de los medios de producción por parte de la clase dominante, la clase trabajadora deberá emplear la violencia racional para combatir la violencia a la que los ricos y poderosos van a recurrir, sin duda, para defender su estatus. Al contrario, el cristianismo pone en manos de lo ajeno (el juicio de Dios) la consecución y el paso al destino final.

Al final, la doctrina cristiana y la socialdemócrata acaban pareciéndose más de lo esperado, ambas venden la esperanza de lograr alcanzar un idílico futuro que ni ellos mismos se lo creen, para poder justificar el sufrimiento y la resignación a la que te animan en el presente; de esta forma, lo sufrido por ti hoy sustenta lo disfrutado por un rico mañana.

18 de octubre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿Se puede ser comunista y tener iPhone?


- ¡Vas de comunista pero bien que llevas un iPhone! 

Jaque mate, soy un comunista de iPhone; puesto que manifiesto abiertamente mi ideología debo ser el faro que guíe a la clase obrera y si me detectan (lo que ellos creen que es) una contradicción debo hacerme el harakiri marxista leninista. 

Esta falacia recurrente entre los negacionistas anticomunistas se puede afrontar desde 3 marcos mentales distintos; y de hecho es aconsejable ir variando para no caer en la monotonía del discurso. En primer lugar, si hacen referencia a que el iPhone es un logro tecnológico de un sistema con el que pretendo acabar y eso no me da derecho a disfrutarlo; la respuesta es clara:

Entonces, tú, no-anticapitalista, ergo capitalista, no tienes derecho a disfrutar de las ventajas que los movimientos socialistas han aportado directa o indirectamente, no obstante, lo haces sin debatirte por dentro.

Puestos a vincular un producto con el sistema que estaba establecido en el momento de su aparición o creación, el teléfono móvil es un invento cuyo precursor fue un soviético (Leonid Kupriánovich) en la década de los 50s. Por tanto, de existir contradicción alguna, la sufrirías tú.

Si el reproche se basa en que estás asumiendo la propiedad privada de un producto de gran valor económico, será necesario aclarar que el marxismo no se opone a la existencia de propiedad individual de artículos de consumo, se puede tener cepillo de dientes, ropa, coche, calzoncillos, etc. Lo que no es concebible en una sociedad igualitaria, equitativa y justa es que unas personas posean los medios de producción que generan beneficios a costa de explotar la fuerza de trabajo del resto; los medios de producción deben ser para quien los usa y trabaja, incluso si quien lo hace se ha comprado un teléfono móvil con el dinero ganado fruto de su trabajo y no de la explotación ajena. El problema no es que yo tenga un iPhone pagado con dinero que he ganado con mi trabajo, si no que la Botín pueda tener 1312 móviles sin haber trabajado en la vida mientras que familias trabajadoras no tengan para comer.

O, por último, si asumimos que ciertamente es una contradicción para nosotros los marxistas disfrutar de productos que están hechos en base al robo de la plusvalía; se entiende que el que no es marxista, está a favor de ésta, incluyendo la explotación infantil o la esclavitud (fenómenos altamente aceptados en periodo capitalista); o que todas sus pertenencias han sido producidas en una suerte de cooperativas ajenas al mercado capitalista, lo cual parece poco probable.

12 de octubre de 2018

Análisis del framing: Campaña electoral de la CUP 2015 (Parte lll)


Los marcos de referencia son estructuras mentales que conforman nuestra forma de ver el mundo, nuestras metas y planes. Forman parte del inconsciente cognitivo. No podemos acceder a ellos conscientemente, pero sí por sus consecuencias y a través del lenguaje. Nuevos marcos, que suponen cambiar lo que se entiende por sentido común, y que provocan cambio social, requieren un nuevo lenguaje.

Por tanto la pregunta que nos hacemos tras diseccionar cada palabra de la campaña electoral es ¿cuál es el marco de referencia que pretende imponer la CUP? El marco de la CUP es aquel que incluye de forma cohesionada todos los aspectos que hemos mencionado hasta ahora. Para su mejor comprensión hemos decidido enlazarlo variando el orden anterior.

En primer lugar, ¿quiénes son ellos y en calidad de qué están apelando a nosotros? la CUP es la gente y la gente es la CUP, así que a partir de ahora todo lo que los defina debería definirnos también a nosotros. Son catalanes y catalanistas cultural y políticamente, por lo que indisociablemente son antifranquistas –el salto de antifranquistas a antifascistas no parece que sea algo impensable, más bien lógico. El antifranquismo si se retrotrae a la Guerra Civil se asocia se asocia a la izquierda, así que encaja fácilmente si desarrollamos el primer elemento que hemos recordado, es decir, si la CUP es la gente, es como la gente, esa “gente” en su mayoría es de clase trabajadora y los intereses de la clase trabajadora no son otros que los del socialismo. Al unir los conceptos de socialismo y un nacionalismo catalán obtendremos la lógica independentista, la independencia como oportunidad para luchar contra el statu quo y la idea de un mundo socialista basado en la soberanía de los estados nación. El independentismo es el hilo central de la trama, lo que sostiene el resto de elementos cohesionados, y no resulta extraño dado el contexto de las elecciones.

En consecuencia de dicho independentismo podemos incluir cuatro elementos más, la simpatía con la izquierda abertzale por una lucha común, el anti europeísmo por presentarse como una extensión de los mercados que dirime la soberanía nacional, el antimilitarismo porque el militarismo actual es una suerte de injerencia internacional en pro de los intereses económicos de los países más desarrollados e intolerantes con la corrupción y el fraude bancarios porque perjudica a esa clase trabajadora en la que se reflejan.

Y del comunismo emana la forma de actuar, el asamblearismo, método democrático de toma de decisiones, el rechazo a los mossos d’esquadra por ser el instrumento al servicio de la clase dominante para perpetuar la desigualdad.

Siendo conscientes del auge del independentismo en Catalunya especialmente coincidiendo con el año de la campaña, podríamos identificar la estrategia de la CUP como la respuesta al vacío existente en un hipotético doble eje simbolizando el cleavage derecha-izquierda horizontalmente e independentismo-unionismo en vertical. La CUP sería el único partido independentista de izquierdas no institucionalizado, puesto que sus competidores en ese primer cuadrante serían ICV y PSC que quedarían excluidos por falta de independentismo y ERC que también se eliminaría por su vinculación con CiU, culpables de los recortes y presentados como aquellos pseudoindependentistas ricos y corruptos  que se reparten en el hemisferio de la derecha ideológica. 

 

Por tanto, en esa diferenciación fundamental de toda estrategia discursiva que representa el nosotros/ellos, el nosotros es lo comentado hasta ahora aunque podría resumirse en “la gente”. El sujeto es indefinido porque busca abandonar cualquier rasgo excluyente, es decir, nosotros es todo aquél que no es ellos. Este segundo grupo de personas son a los que se amenaza con una sandalia en una comisión de investigación, los que el catalanismo lo llevan de boca para fuera, los poderosos que oprimen, los corruptos, etc.

La aventura a la que invitan participar mediante el voto –aunque no solo con él– es el proceso de independencia, el camino hacia la autodeterminación. Al más puro estilo de un videojuego de los años noventa, la CUP anima a la sociedad catalana a avanzar en el camino marcado, evitando obstáculos varios a los que hacíamos referencia anteriormente, en busca de un destino indefinido y desconocido hasta el momento, pero que precisamente por ello resulta tan atractivo, por su capacidad de amoldarse al país que uno quiere. La concepción del camino como metáfora de la realidad política es uno de los marcos mentales más exitosos y no parece arbitraria, en un camino tan solo hay dos direcciones, hacia delante (avanzar, descubrir, prosperar) o hacia atrás (al pasado, la dictadura, la represión). Además, permite actores en la misma dirección, lo cual es casi inevitable, pero a diferentes velocidades e incluso, a pesar de coincidir en la misma senda (temporalmente, se entiende), persiguiendo distintos destinos.


En suma, podríamos concluir que la CUP llevó a cabo en el spot electoral de 2015 una estrategia discursiva muy elaborada en la que concienzudamente no dejan lugar a la conquista de ningún frente por parte de otros discursos. Se definen perfectamente los roles asignados a cada uno de los actores, el diagnóstico o problema inicial y la forma mediante la cual solucionarlo; tan solo la meta queda a medio dibujar, mas no por descuido, sino por su atractivo de este modo.