24 de abril de 2018

Crisis fiscal del Estado James O'Connor



Tal y como comentábamos en Creación y desmantelamiento del Estado del Bienestar, algunos bienes o servicios, por sus características, pueden producirse a menor coste si son producidos por una sola empresa  que por varias en competencia, es a lo que llamamos monopolio natural. Normalmente estos monopolios naturales tienen mucho que ver con la inversión en la infraestructura necesaria para ofrecer el servicio, esto es, el agua, por ejemplo, si hubiese más de una empresa oferente deberían poseer un sistema de tuberías distinto, lo cual elevaría el coste y, por ende, el precio de venta. Pero no solo el servicio de aguas se presenta como monopolio natural, también lo son los ferrocarriles, los aeropuertos, el gas, la electricidad, la telefonía, el alcantarillado o las carreteras, entre otros.

Es especialmente en este tipo de servicios en los que el Estado con labor social realiza una gran inversión para construir las infraestructuras necesarias (sistema de cañerías, alcantarillado, vías de ferrocarriles, etc.) y a menudo, como es lógico, crea su propia empresa (pública) para proveer el servicio mediante éstas. Sin embargo, es más habitual encontrar empresas privadas que públicas gestionando estos sectores, por lo tanto un pequeño grupo de personas se enriquecen a costa de lo pagado por el conjunto del Estado; el cómo y el por qué nos lo cuenta James O'Connor.



El estadounidense realiza en Crisis fiscal del Estado un análisis del modo de producción capitalista (la que vivimos) y la crisis económicofiscal (por desgracia, también) que dicho modo conlleva. O'Connor no es marxista ortodoxo, sin embargo, emplea el término acumulación de capital, propio de esta corriente de pensamiento, combinado con el concepto de legitimación de Max Weber.

A grosso modo, O'Connor sostiene que el sector privado crece principalmente a costa del sector público. En caso de ser esto cierto, todo el argumentario liberal y neoliberal sería poco menos que un intento por vender humo. Trataremos de evidenciar el planteamiento del autor con 2 casos paradigmáticos en España, pero que podrían extrapolarse a cualquier Estado con un mínimo de vocación por los servicios públicos.

Telefónica

Telefónica es una multinacional dedicada a la telefonía creada en 1924 bajo el nombre de Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) en la dictadura de Primo de Rivera como filial de ITT, la empresa estadounidense.

En 1945 fue nacionalizada por el régimen franquista como sector estratégico de telecomunicaciones y un par de décadas más tarde, con la apertura al capital estadounidense y las remesas monetarias recibidas de los exiliados antifascistas, la compañía emitió millones de acciones adquiridas por pequeños accionistas españoles.

La entrada de capital (interior y exterior), las nuevas tecnologías y el régimen monopolístico permitieron el salto de Telefónica hacia el mercado exterior (principalmente Latinoamérica) convirtiéndose en una multinacional. Es entonces cuando comienza el proceso de privatización, España malvende las “joyas de la corona” (Seat, Enasa, Marsans, Endesa, Repsol, o Argentaria), empresas solventes que reportaban beneficios, con el pretexto de reducir el déficit público (notablemente menor que el actual).

Con la privatización llega la precarización laboral y las corruptelas en forma de puertas giratorias y demás estratagemas. La plantilla de Telefónica se redujo en un 75% desempleando 60.000 personas mientras los beneficios anuales no hacían otra cosa que aumentar.

Algunos de los accionistas más importantes de la empresa, y por lo tanto, beneficiarios de dicho proceso son el BBVA, la Caixa y el Banco Santander.

Bankia

Como apuntábamos, la excusa en el momento de privatizar empresas públicas fue la necesidad de reducir el déficit público, sin embargo, no se molestaron en disimular cuando dedicaron muchísimo más dinero en salvar a la banca y aumentar ese déficit. 

Bankia, el caso más sonado de un proceso que afectó a muchas otras entidades, se embolsó cerca de 24.000 millones de euros de los fondos públicos. Y eso sin mencionar los 200.000 millones (un 20% del PIB) que se dedicó en ayudas públicas al conjunto del sistema criminal financiero español. 

No obstante, los responsables del hundimiento de la banca salieron bien parados con una indemnización millonaria bajo el brazo; no es un saqueo, “eso es el mercado, amigo”, que decía Rato. 

Puede parecer una tomadura de pelo demasiado evidente como para llevarla a cabo, pero hemos acabado por interiorizar tanto algunas ideas injustas que suele pasar por algo normal. ¿No habéis dado nunca dinero a alguien que pide en la calle, dado propina o participado en una recogida de alimentos (casualmente organizada con la colaboración de un supermercado que se llena los bolsillos con ello)? Pues pensad en quién es el culpable de la situación y quién se sacrifica para solucionarla; Merlí lo dice bastante claro:

 

17 de abril de 2018

Redes sociales y Administración Pública en España


Tiempo estimado de lectura: 7 minutos

La creación del estado del bienestar en España tras la dictadura franquista conllevó un notable crecimiento a su vez de la administración pública llegando a contar con más de tres millones de asalariados a su cargo. Pero el desarrollo entendido como ampliación no es suficiente, la modernización es requisito imprescindible para la consecución de un servicio óptimo en el sector público.

En los últimos veinte años hemos presenciado un proceso de cambio que podría considerarse casi de estructural ya que ha transformado los medios de las administraciones públicas españolas hasta el punto de mantener poco más que la esencia de las mismas.

Durante la década de los noventa se procedió, en primer lugar, a la digitalización de los archivos, lo que podría llamarse la macro automatización. Tras este proceso se trabajó en la micro automatización, es decir, la “digitalización del personal”, proveer de computadoras (PCs) al funcionariado público y paralelamente formarlos en la ofimática necesaria. Hasta entonces la administración iba un paso por delante con respecto a la sociedad española en cuanto a las tecnologías de la información y la comunicación pero es a raíz de ese momento, durante la primera década de los 2000, que con la llegada de internet las administraciones deben sufrir una transformación estructural para adoptar una actitud digital, tener la capacidad de compartir información digitalmente y provisionar de la seguridad suficiente. Es entonces, cuando empezamos a hablar de e-administración, cuando llegaron las redes sociales digitales y la sociedad le tomó la delantera a la administración pública, de los aproximadamente 46 millones de habitantes en España, casi 36 millones son usuarios de internet y 22 lo son de redes sociales según We Are Social. 

A finales de la década pasada las redes sociales se volvieron el centro de atención del sector más innovador de la administración, ven en ellas una nueva herramienta de gestión pública. Los nuevos partidos caracterizados por el uso de dicha herramienta (y a la que deben parte de su éxito) se la llevan con ellos al entrar en las instituciones. Pretenden ir más allá en términos de comunicación e interacción con la ciudadanía, especialmente en un clima de alejamiento de la política e instituciones y desafección es donde las redes sociales tienen la capacidad de volver a tornar humanos a esos seres ajenos, distintos e incomprensibles para el ciudadano medio.

Los medios tradicionales, de forma unidireccional, han establecido el modus operandi de la comunicación hasta hace bien poco, pero las redes sociales han capacitado a individuos y organizaciones, antes estériles, de poder comunicativo y ser fuente de información. Esto no solo permite emitir y recibir información en red pensando en los ciudadanos sino que también mejora la calidad de los funcionarios dedicados a la gestión y el diseño de políticas y servicios públicos.

Si analizamos el modo en el que las redes sociales han sido adoptadas por la administración veremos que no ha sido una decisión top–down aplicada de forma general, a diferencia de la creación de correos electrónicos (no de forma general pero si fruto de una toma de decisiones de altos cargos) o de las páginas web, han sido fruto de iniciativas personales, con carácter informal y carente de algún orden o control. Incluso cuando se ha utilizado esta herramienta como propia podemos identificar errores en su uso y es que si la administración pretende una óptima presencia en internet y las redes sociales, debe llevar a cabo una filosofía comunicativa que se adapte al medio, dejando atrás la rigidez y formalidad por la que se caracteriza.

¿Para qué son realmente útiles las redes sociales para la administración pública? Nos hemos referido parcialmente a algunas de sus cualidades, sin embargo, Ignasi Genovès lo reduce a tres ideas principalmente, las redes sociales son especialmente útiles para:

- “Proporcionar respuestas inmediatas a las personas usuarias, pero aquí la información ofrecida es útil también para otras personas en la misma situación (se gana tiempo y recursos, tal como sucede en el canal web en general). Todo esto de una manera más cercana, ya que estamos en el contexto personal del usuario. 

- Redirigir a la gente hacia la web corporativa (o hacia un recurso acordado que tenga tanto crédito como la información generada por los canales oficiales) para ampliar la información oficial. 

- Facilitar la creación de redes temáticas de usuarios que, a su vez, producen conocimiento fundamental y complementario para que la organización conozca los intereses y la información que generan estas redes y los pueda tener en cuenta.”(Criado y Rojas-Martín, 2013: 12)

Por otro lado, ya incluso dentro del mundo digital, del mundo web vemos cambios, el más radical ha sido el salto desde la Web 1.0 a la llamada Web 2.0. El cambio a 2.0 implica una nueva hornada de servicios en internet, esta vez centrados en el término red y la creación de comunidades.

Redes de intercambio de fotografías, como Instagram o Flickr, o vídeo, como YouTube, wikis como la Wikipedia, blogs, conectores sociales como Facebook, microblogging como Twitter o redes de contactos profesionales como LinkedIn son algunos de los ítems que encontramos dentro de esta nueva web 2.0. Su existencia es consecuencia directa del uso de los distintos medios antes mencionados y su evolución está condicionada por tres factores fundamentales para su adaptación en el mundo de la administración pública.

Los individuos deben ser capaces de jugar un rol de prosumer (Chun et al., 2010), convirtiéndose en agentes activos en la creación de contenido. El escenario 2.0 está diseñado con el supuesto de implicar lo suficiente al consumidor como para que se haga partícipe en la organización, diseño, creación, intercambio y evaluación de dicho contenido, del mismo modo, la formación de redes sociales pasa por la interacción entre ellas.

La red como unidad elemental y, en consecuencia, la organización agrupada en comunidades estructuradas desarrolladas por multitud de individuos es el horizonte ideal a alcanzar y no parece tan lejano, entendamos las comunidades como aquello que se crea en torno a un tema, el ejemplo de Criado (2012: 6) me parece de lo más explicativo, apunta la importancia de “crear etiquetas (tags) de sus vídeos preferidos en YouTube. Cuando una persona comparte y etiqueta un vídeo usando ‘Shakira’, ‘Barcelona’, ‘concierto’, ‘2011’, además de demostrar interés por una determinada cantante, está facilitando que otros usuarios puedan localizar más fácilmente ese contenido en ulteriores búsquedas.”

También debemos prestar atención al concepto de inteligencia colaborativa, plenamente integrado en la terminología de la Web 2.0. Con la libertad que otorga el escapar de los límites formales por lo que se regía la Web 1.0 el público crea contenido y, sobre todo, lo evalúa de forma constante, lo cual permite desplazar la potestad de otorgar el prestigio y la relevancia hacia el conjunto de los individuos. En cambio, el modelo anterior priorizaba la organización como única fuente de información relegando un rol menos destacado al usuario. El paradigma de este aspecto sea probablemente lo que supone Wikipedia.

Por último, la Web 2.0 permite salvar en mayor medida la intermediación en la relación entre organizaciones y usuarios, ergo aumenta considerablemente la capacidad de creación de valor añadido, puesto que una gran cantidad de individuos podrán llevar a cabo sus ideas y proyectos en arenas como la política o la empresarial sin la necesidad de un profesional o un partido político. Así el mercado de oportunidades se autorregula elevando los vínculos productivos y fructíferos a la par que obvia los poco útiles. De igual forma logra establecer relaciones más horizontales y con una necesidad menor de inversión.

Dejando la teoría atrás, si estudiamos los comportamientos en la Web 2.0 de las principales administraciones públicas en España encontramos hasta siete clases de red social empleadas. Si bien es cierto que el universo de la tecnología social es pasmosamente inmenso y versátil, con lo cual puede cambiar de forma radical en un breve periodo de tiempo, éstas son las plataformas utilizadas desde el sector público (Criado, 2012):

Facebook

Una de las más populares en su momento como red social, ha sido integrada a la administración como primeros pasos en la aventura digital social, sin embargo, las evidencias parecen demostrar que su capacidad de difusión es de las más reducidas en comparación al resto. Mas ha sido útil tanto por su capacidad de contener y combinar varios formatos como por el acercamiento de las instituciones a un terreno caracterizado por sus rasgos de relaciones más personales, pero especialmente por el feedback recibido agregando los me gusta y los comentarios e interacciones.

La intención de la administración en el uso de Facebook no es otro que el de informar, dejando particularmente de lado la colaboración o la participación. Quizá la excepción sea la página de la Policía Nacional, pero probablemente tenga relación con el éxito de su homónima en Twitter; si pensamos en las cuentas de, por ejemplo, museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (https://www.facebook.com/museoreinasofia) podremos identificar dicha mecánica.

Twitter

La hemos mencionado haciendo referencia a la cuenta de la Policía Nacional (https://twitter.com/policia), y es que el éxito de dicha cuenta es indiscutible, con 2,54 millones de seguidores es la cuenta policial más seguida del mundo (casi un millón de seguidores más que la segunda, el FBI). Esto cobra mayor relevancia si cabe teniendo en cuenta que Twitter es la red social digital con mayor presencia y actividad por parte de las administraciones públicas. Tanto es así que distintos cuerpos policiales y servicios de emergencias han decidido seguir los pasos de @policía reportándoles mayor rendimiento.

Mediante el microblogging se permite el desarrollo de las facetas personal y/o profesional en posts de máximo 140 caracteres. Podemos retwittear para compartir y viralizar el contenido, dar me gusta para archivar en nuestro historial el twit o contestar con otro post relacionándolos para terceros usuarios también. La viralidad y la gran retroalimentación que esta red proporciona es su mayor fuerte.

LinkedIn

En cuanto a las relaciones profesionales, es habitual encontrar perfiles de LinkedIn vinculados a la administración pública. LinkedIn es una red social digital que permite a la administración la búsqueda de los mejores candidatos a diversidad de puestos ofertados. Por otro lado, ofrece a los empleados públicos la oportunidad de amplificar su oferta en una red donde está, a su vez, en contacto con otros empleados públicos o profesionales.

Novagob

Hace ya unos años del inicio de este proyecto, una red social orientada concretamente al sector público de España y Latinoamérica (académicos, funcionarios, consultores, etc.) que contiene debates, comparte documentos, crea grupos de trabajo, etc. El valor añadido de NovaGob es su “filosofía abierta y colaborativa que se despliega mediante software de fuentes abiertas y con unos contenidos bajo licencia creative commons.” Y por supuesto, “no depender orgánicamente de ninguna institución pública facilita la autonomía de la red social, así como el intercambio informal y libre de información y conocimiento". (Criado, 2013: 22)

YouTube

También el ámbito del Broadcasting es uno de los más frecuentados por las administraciones. En él se engloban las herramientas dedicadas a compartir documentos como GoogleDocs o Dropbox, fotografías como Instagram o Pinterest, presentaciones como SlideShare o vídeos como YouTube. Son utilizadas por administraciones públicas para facilitar la difusión de contenido y por los ciudadanos con el objetivo de ampliar el conocimiento colectivo.

Dentro del broadcasting, YouTube es la herramienta que se ha empleado en mayor medida por la administración por su capacidad de difusión y seguimiento. No solo escala a nivel internacional la posible repercusión y permite su repetición casi sin límites, sino que también resulta una buena herramienta para recibir información sobre la relevancia del contenido para la ciudadanía. Debe hacerse mención especial al canal del Ministerio de Defensa (https://www.youtube.com/user/MinDefensa) con más de 15.000 suscriptores y su vídeo más visto ronda las 800.000 visualizaciones; y a los dedicados a la televisión pública, Radio Televisión Española (http://www.youtube.com/user/rtve) y TV3 (https://www.youtube.com/user/tv3) cuentan con más de 160.000 suscriptores cada uno y sus videos cuentan por millones las visualizaciones.

Blog

Algo más antiguo en el mundo digital pero que sigue reportando beneficios es el Blog. Este tipo de página web está enfocado a la publicación periódica de posts ordenados de forma cronológica. Es accesible gratuitamente y posible de gestionar sin conocimientos especializados.

La administración tiene un peso relevante en esta herramienta, sin ir más lejos, Administraciones en red (https://eadminblog.net), un blog creado en 2005 por dos funcionarios del gobierno vasco especializados en la modernización de la administración o la Xarxa d’Innovació Pública (http://www.xarxaip.cat) en el caso catalán, se han convertido en blogs de referencia en el terreno de la innovación de la administración.

Wiki

Por último, la Wiki, una herramienta en forma de web que basa en la colaboración conjunta su construcción, mejora y evaluación. Una enciclopedia en la que cada usuario aporta información para complementar un campo de estudio. Buen ejemplo de ello puede ser las Wikigobs (http://www.novagob.org/pages/all) desarrolladas por la ya mencionada red social NovaGob.

Pero tratemos algo tan transversal en las redes sociales como el vídeo, según el Global Web Index, el 89% de las personas de entre 16 y 64 años han visto un video en el último mes y Cisco predice que el tráfico de video en internet pasará del 64% de 2014 a más de un 80% en 2019.

El vídeo se ve como la piedra angular de la actividad en redes sociales en el presente y futuro por dos motivos principalmente:

La velocidad de conexión de los usuarios que interaccionan en redes sociales mediante el móvil ha aumentado notablemente. Desde 2014 la proporción entre el número de móviles que disfrutan de 3G y los que lo hacen en 4G se ha invertido, ahora encontramos cerca del doble de dispositivos móviles 4G que la conexión anterior. Actualmente más del 50% de los usuarios móviles reproducen vídeos en su Smartphone, lo que, sumado al incremento del 4G, parece implicar un aumento en el compartir y visionado de vídeos.

Y la buena acogida del contenido audiovisual en las redes sociales tanto clásicas como nuevas. Facebook parece sentirse cómodo incluyendo en su seno a otras redes sociales como pueda ser YouTube, más de la mitad de los usuarios de Facebook reprodujeron un video en el último mes según el GWI.

Tal es el auge del vídeo que ya se está abriendo paso una nueva modalidad, la transmisión en vivo, el Live de Facebook, el Periscope de Twitter y Snapchat, que ha sabido dejar atrás de algún modo el protagonismo de las fotos efímeras para potenciar el video con una inmensa cantidad de variantes.

Precisamente Snapchat puede establecer los nuevos horizontes en la comunicación 2.0 de la Administración. De los 100 millones de usuarios que representa Snapchat (popularidad que Instagram ha tratado de calcar), un alto porcentaje son jóvenes (el 22% de los jóvenes españoles en 2015), un sector de la población primordial para la Administración pero de difícil acceso por su falta de interés por la forma y parte del contenido. Snapchat puede ser una plataforma minimalista que despierte interés en la juventud, pero para ello ha de adaptarse realmente al medio, no debe ser la Administración en Snapchat sino una cuenta de Snapchat que representa a la Administración. Esta plataforma ofrece la oportunidad de compilar de forma cronológica los sucesos del día, lo que permite un vistazo sencillo y accesible.

Medios como la CNN ya han dedicado recursos para implementar su presencia en dicha plataforma, pues la Semana de la Moda o el Snowpocalypse produjeron una gran repercusión. La gran nevada de New York recuerda a las condiciones que impulsaron la creación del Twitter oficial de la Generalitat, y es que apenas tres minutos de vídeo sobre la tormenta de nieve fueron visualizados por casi 25 millones en un día.