28 de diciembre de 2018

Pregúntale a Marx: ¿El comunismo quiere eliminar la propiedad privada?


Cuando logras que alguien te aguante la turra marxista y has conseguido pasar del iPhone y esas zapas Nike que llevas, llegará la gran pregunta fruto del interés e incredulidad a partes iguales: ¿Entonces, en un estado comunista se eliminaría la propiedad privada? ¿Quiere decir eso que yo no podría tener ni un piso, ni un coche, ni ropa? La respuesta corta es NO, NO SE ELIMINA LA PROPIEDAD PRIVADA.

La respuesta larga la podemos encontrar en el manifiesto comunista de Marx y Engels, en dicho manifiesto dedican un par de párrafos, si mal no recuerdo, en los que comentan irónicamente este tema. A los comunistas se nos acusa de querer eliminar la propiedad privada ¿pero qué propiedad privada? -pregunta Marx- ¿la propiedad de los productos que mediante el esfuerzo, sudor y trabajo los obreros se han ganado? ¿Esa propiedad que los empresarios arrebatan de forma sistemática robándoles la plusvalía? Ese derecho a la propiedad no puede eliminarse porque no existe realmente para la absoluta mayoría de la población. Los trabajadores pasamos 8 horas fabricando productos u ofreciendo servicios por los cuales tan solo recibimos una pequeña parte, un salario (una cantidad de dinero suficiente para subsistir y poder seguir yendo a trabajar por necesidad) mientras que el resto del beneficio generado, del que nosotros hemos generado, se lo quedarán los dueños de los medios de producción (la fábrica, la oficina, las máquinas, la tecnología, etc., todo aquello que les permite ganar dinero sin necesidad de trabajar).

Si entendemos en ese caso que la propiedad privada realmente no existe ¿a qué tiene miedo la clase dominante? Evidentemente, temen perder la capacidad de enriquecerse a costa del trabajo de los demás. Es que poseer los medios de producción es una forma mínimo 3 o 4 veces más rentable que vender tu fuerza de trabajo. Trataremos de exponerlo mediante un ejemplo para que sea más visual, si yo dedico 20 horas de trabajo y más de 6 años de formación para redactar un informe que vendo por 1.000€, esa cantidad será el total de los beneficios que me reportará dicho informe; mientras que una persona con 80.000€ puede comprar una vivienda para alquilarla o acciones de una empresa y estar sacando beneficio eternamente. Lo que determina si el beneficio será limitado o no estamos generando valor mediante el trabajo o tan solo especulamos.

En un hipotético sistema comunista podrías poseer artículos de consumo (ropa, comida, coche, un iPhone, etc.) pero no poseerías la infraestructura de telecomunicación que necesita toda compañía telefónica para ofrecerte el servicio. Entiendo que a nadie le gusta que limiten sus posibilidades, sin embargo, aunque hoy en día puedas teóricamente, no vas a lograrlo, es un hecho, se ponga como se ponga Mr. Wonderful.

22 de diciembre de 2018

¡A las armas!: Literatura del Rayo Vallecano


La editorial Libros del K.O. lanzó, hace aproximadamente 6 años ya, una colección condenada al éxito titulada Hooligans Ilustrados. En ella, escritores (y no tan escritores) narran sus vivencias y relación con un club de fútbol del estado español. Digo que era un éxito seguro porque quiero pensar que quien de verdad le gusta y siente este deporte disfrutará infinitamente más con una horita de lectura, cuanto menos, interesante sobre la visión que tenga de tu equipo un hincha célebre que con las pantochadas de un puñado de cocainómanos en El Chiringuito o como se hagan llamar ahora.

Personalmente, di con esta colección a raíz de la presentación de ¡A las armas!, el libro sobre el Rayo Vallecano. En dicha presentación encontré 3 personas tan dispares como David Fernández, Jordi Évole y Quique Peinado (autor del libro), lo cual me sorprendió bastante porque van, en ese orden, de una de las personas a las que más respeto a una de las que menos. El Follonero y el tonto de Zapeando no hubieran conseguido otra cosa que alejarme de cualquier producto que recomienden, sin embargo, este era sobre el Rayito y David daba su aprobación así que le dimos una oportunidad.



Antes de entrar a valorar el libro en sí, debo reconocer que no soy un amante del fútbol clásico, hasta hace poco más de 6 años no me interesaba mucho más allá del Barça-Madrid y la Champions, nunca había tenido una camiseta de un equipo, era del Real Madrid y no sabía que era un carrilero. Desde entonces han cambiado muchas cosas, desde luego, pero mi mirada no es la de el típico chaval que ha jugado desde pequeño en un equipo, que ha crecido junto al fútbol y que tiene como tradición los domingos de partido con su padre (o madre).

Ahora ya sí, el libro; la portada me tiene enamorado, tenía claro que me lo iba a comprar aunque fueran un montón de hojas en blanco solo por ese artwork. La línea de portada que siguen en esta colección es bastante minimalista, fondo ocre sobre el que se imprimen detalles mayoritariamente en negro junto con el título y algún que otro toque del color del equipo que lo protagoniza. A esto se añade una imagen, a menudo una fotografía, pensada con mucho ingenio.



En cuanto al contenido seré breve, así como lo es este librillo. El índice divide el texto en 5 capítulos: Familia, Barrio, Política, Estadio y Fútbol. El primero es correcto, narra los recuerdos de su infancia y los orígenes de su familia, que casan bastante con el prototipo de hincha del Rayo. En Barrio extiende esos recuerdos al resto de familias de Vallecas y la vida allí, la heroína, la pobreza, la vida en comunidad, etc. Hasta ahí sin pegas, no he vivido en Vallecas en esa época así que me creo su historia y, a ojos de un iletrado como yo, está suficientemente bien escrito, pero llega Política. Desde el principio encuentras referencias a la ideología, porque no puede ni quiere evitarlas, pero no deja de sonar constantemente a progre del PSOE que cree que aun abandonando el marxismo (porque es muy radical) es la izquierda valiente aunque se esfuerce en demostrar lo contrario. Entiendo, una vez leído dicho capítulo, el porqué de Jordi Ëvole (lo que es) y David Fernández (lo que quiere aparentar ser) en la presentación.

No obstante, los dos últimos capítulos acaban por dejarte muy buen sabor de boca. He disfrutado y sufrido leyendo los momentos más memorables de la historia del Rayo que Quique ha experimentado -y eso a pesar de que no conocía ni la mitad. Ese es el efecto que, a mi entender, este libro debe generar, tanto a los que sienten al Rayo como a los que no. En suma, diría que ¡A las armas! es una lectura recomendable gracias y a pesar de Quique Peinado a partes iguales.



19 de diciembre de 2018

¿Qué diferencias existen entre Benchmarking e Isomorfismo?


Con tal de lograr dirimir las diferencias existentes entre el denominado benchmarking y el isomorfismo, ambos fenómenos propios del ámbito organizacional, trataremos de definir e indagar en la naturaleza de ambos para posteriormente establecer líneas de comparación.
Es imprescindible para la gestión estratégica de una organización en cuanto a entorno institucional se refiere, que se asuma y entienda el concepto isomorfismo. Amos Henry Hawley (Hawley, 1968) definió dicho concepto como “un proceso restrictivo que obliga a una unidad en una población a parecerse a otras unidades que enfrentan el mismo conjunto de condiciones ambientales”. Con su análisis de los efectos del entorno sobre la estructura organizativa, Meyer y Rowan (1977) aplicaron por primera vez el término isomorfismo en el ámbito de las instituciones. Y finalmente, DiMaggio y Powell (1983) desarrollaron el término en su influyente teoría del isomorfismo institucional en los campos organizacionales.
El entorno organizacional es el ambiente en el que interactúa la organización, y éste lo forman redes de relaciones interdependientes, construcciones sociales en constante cambio, recursos, consumidores, otras organizaciones, etc. Dependiendo de los actores o parte del entorno en los que centremos nuestra atención podremos distinguir dos tipos de isomorfismo, el competitivo y el institucional (Meyer, 1980; Fennell, 1980).
Mientras que el isomorfismo competitivo hace referencia a la competencia entre las organizaciones por los recursos y los clientes, es decir, trata del ámbito económico; el isomorfismo institucional implica la búsqueda de la legitimad al adaptarse al entorno socialmente construido.
El isomorfismo institucional, a su vez, es un fenómeno que se da mediante tres mecanismos: el coercitivo, el mimético y el normativo (DiMaggio y Powell, 1983). El isomorfismo coercitivo es producido por la influencia política y legislativa, las leyes marcan ciertos parámetros que todas las organizaciones de un sector en concreto deben acatar y eso les lleva a parecerse de forma notable. El isomorfismo mimético responde a la incertidumbre y busca legitimidad, por ejemplo, en el mercado de las apps, ya es habitual ofrecer 30 días de prueba gratuita antes de poner en venta una aplicación, no hay ley que les obligue a hacerlo de este modo e incluso es posible que no hacerlo no reporte grandes desventajas, sin embargo, copiar una práctica ampliamente extendida aporta cierta legitimidad en el sector. Por último, el isomorfismo normativo viene de la educación formal profesional, la difusión del conocimiento de los expertos y definición de los métodos de trabajo para el establecimiento de una base de conocimientos (DiMaggio y Powell, 1983, p.152) buscando alinearse con los valores profesionales hegemónicos.
En cuanto al benchmarking, debemos remontarnos a la década de los años 80 en Estados Unidos para encontrar su origen. No es que no fuera, en parte, producto de otros conceptos anteriores, pero su aparición explícita va de la mano de Xerox Corporation, una empresa líder en la industria de las fotocopiadoras que vivió un declive con la llegada de Minolta, Ricoh y Canon como competencia. Las empresas japonesas producían a unos precios por debajo de los de Xerox por lo que el producto final era más barato y estuvieron cerca de hundir al gigante estadounidense. Sin embargo, encontraron en el benchmarking la herramienta ideal para recuperar el terreno cedido. Enviaron un pequeño grupo de personas a Japón para estudiar con detalle el proceso, el producto y los materiales de empresas establecidas en la isla. En palabras del presidente de Xerox, Charles Christ, en aquel momento:
“Necesito una referencia (un benchmark), algo con lo que podamos medirnos para entender hacia dónde tenemos que dirigirnos desde donde estamos” (McNair & Leibfried, 1992).
Volvieron con todas las referencias necesarias y estaban por debajo en la mayoría, tenían el doble de trabajadores, tardaban el doble de tiempo en la entrega y diez veces más piezas defectuosas. Tras los cambios, la calidad de los productos pasó de 91 defectos cada 100 máquinas a sólo 14, el coste de producción disminuyó un 50% y el tiempo de desarrollo de productos lo hizo en un 66% (Rickard Jr., 1991).
Por tanto, definimos el benchmarking como “una técnica que busca las mejores prácticas que se pueden encontrar fuera o a veces dentro de la empresa, en relación con los métodos, procesos de cualquier tipo, productos o servicios, siempre encaminada a la mejora continua y orientada fundamentalmente a los clientes” (Fa et al., 2005: 43).
Ahora que ya hemos situado cada uno de los fenómenos, veamos en qué coinciden y en qué difieren. En principio se podría pensar que benchmarking es simplemente otro modo de llamar al isomorfismo mimético, ya que ambos implican reproducir procesos, técnicas o estrategias de otras organizaciones. No obstante, encontramos cuatro diferencias significativas entre ambos fenómenos:
El modo; si bien el isomorfismo suele limitarse a calcar los elementos antes mencionados, el benchmarking da mayor importancia a la adaptación de técnicas ajenas a la organización propia realizando los cambios necesarios en función de las circunstancias y características de la organización.
La causa; el isomorfismo mimético puede ser una respuesta ante el problema de la incertidumbre, al llegar a un ambiente organizacional nuevo surgen cientos de preguntas sobre “cómo hacerlo” y reproducir lo que hacen las grandes organizaciones del sector parece una idea razonable. En cambio, el benchmarking puede darse en organizaciones, especialmente empresas, líderes en el sector que han hecho las cosas bien para llegar donde están pero deben renovarse y actualizarse para no perder el puesto.
La intención; muy relacionado con lo comentado en las dos anteriores, mientras que el isomorfismo mimético copia sin un especial énfasis en la adaptación procedimientos de las organizaciones asentadas por evitar esa incertidumbre pudiendo hacerlo de los menos apropiados, el benchmarking busca la mejor estrategia de cada departamento y empresa, se guía por la calidad de ésta no por la estabilidad de la organización en la que se miran.
Y la tipología; el benchmarking tiene vertientes como el benchmarking interno1 o el funcional2, lo cual carece de sentido hablando de isomorfismo mimético.
Finalmente, resulta interesante apuntar como en los modos de imitación de Haunschild y Minner (1997) encontramos una tipología que parece estar situada a caballo entre los dos conceptos comparados antes. Haunschild y Minner establecen tres tipos de imitación, la basada en la frecuencia, la basada en los rasgos y la basada en los resultados. Ésta última es la que nos interesa porque se define como la imitación de prácticas que, aparentemente, han tenido buenos resultados para otras organizaciones en el pasado mientras que evitan las malas.
1 Se suele dar en grandes empresas formadas por numerosos departamentos y/o divisiones, en las que es muy común compara los niveles alcanzados dentro de la misma organización. Debitoor: https://debitoor.es/glosario/definicion-de-benchmarking
2 Consiste en compararse con empresas que no pertenecen a tu misma industria; con este consigues la ventaja de obtener la información necesaria al no ser competidor de la empresa. Debitoor: https://debitoor.es/glosario/definicion-de-benchmarking