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6 de febrero de 2018

Creación y desmantelamiento del Estado del Bienestar


Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Tras el fin de la II Guerra Mundial en 1945, un conjunto de medidas keynesianas (correspondientes con lo que sería el welfare state o estado del bienestar) se abren paso con fuerza ante el, hasta el momento imperante, warfare state, el estado de guerra. Apoyados principalmente en el documental El espíritu del 45 de Ken Loach analizaremos la evolución que sufre la administración pública británica como reflejo de la situación europea en su etapa más amplia en derechos sociales y cómo esta ha sido desmantelada a posteriori con la llegada del neoliberalismo.



El Reino Unido hasta 1979

Creación del Estado del Bienestar

Una vez llegado el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa vivió un renacer consciente de los horrores que ésta había causado. Fue un momento clave, la sociedad británica había pasado unos terribles años de miseria, lo cual despertaba en ella una irremediable voluntad de evitar que alguien pudiera pasar por lo mismo en un futuro, el haber estado en la posición menos privilegiada del “contrato social” provocaba una fuerte solidaridad, incluso entre los que más tarde lograron mejorar su situación. Además, la URSS y su socialismo real parecían una alternativa más que viable al sistema del momento, actuaba así como polo de atracción para el resto de gobiernos europeos.

Éstos y otros motivos dieron pie a la victoria del Partido Laborista de Clement Attlee en las elecciones de 1945, sin duda, un punto de inflexión para la política social del Reino Unido. Los laboristas sentaron las bases del estado del bienestar británico en un periodo de 6 años, nacionalizaron el carbón (1947), los ferrocarriles (1948), la electricidad (1949), el gas (1949), impulsaron un plan de vivienda (1949) y crearon el National Health Service (Servicio Nacional de Salud).


Tras años de conflicto, la industria estaba dedicada al armamento y era necesario reimpulsar la economía. De nuevo se dieron las circunstancias necesarias, en este caso para construir el estado del bienestar.

Europa continental y su industria estaba derruida por lo que el Reino Unido pudo beneficiarse de su condición insular y el menor daño que eso conllevó para el país; había demanda de bienes manufacturados y los británicos resultaron ser unos firmes candidatos para solventarlo.

Con el objetivo de ocupar ese nicho de mercado, el gobierno laborista realizó una gran inversión en todos los campos antes comentados puesto que éstos son mayoritariamente monopolios naturales, es decir, bienes o servicios que resultan más conveniente que sean producidos por una sola empresa que por dos o más, puesto que el coste de la inversión inicial es enorme pero el coste relativo va disminuyendo con el tiempo. Hasta el momento, se vivían situaciones totalmente absurdas como el uso de distintas vías de ferrocarriles (según la compañía) o el alquiler de éstas y vagones por parte de unas empresas a otras.

Con la nacionalización se ganó en eficiencia, se mejoraron las condiciones laborales de los trabajadores (mucho mejor protegidos por el Estado que por el interés de la empresa privada, conseguir un máximo beneficio a costa de su trabajo) y se redujo el precio del servicio. Y como con los ferrocarriles, esto ocurría con el resto de sectores. Lo que los laboristas trataban de implementar era un sistema que acabara con la exclusión de un gran porcentaje de la población en los servicios básicos como pudieran ser la educación o la sanidad. El sector privado no es el adecuado para proveer y regular dichos servicios si lo que se pretende es una cobertura universal de los mismos.

Objetivos del Estado del Bienestar

El pleno empleo, mediante la intervención del Estado, la contratación del sector público y la expansión de la demanda; la creación e inclusión de una fuerte clase media, proviniendo de forma universal de servicios básicos para sacar de la miseria a distintas capas de la población y así elevar el mínimo nivel de vida; y la consecución de la independencia del individuo, hasta el momento estrechamente atado a la familia, que era la encargada de combatir los fallos de mercado, eran algunas de las metas a realizar.

El esquema era simple, una mayor concentración de los recursos en menos manos implicaba una mayor desigualdad y dicha desigualdad es el enemigo a batir para una nación solidaria y comprometida.

Sin embargo, la cruda realidad es que un amplio desarrollo del estado del bienestar solo es posible en contexto de crecimiento económico puesto que el coste del susodicho es enorme. En épocas de crisis económica ese sentimiento de solidaridad puede ponerse en tela de juicio argumentando un excesivo coste del sistema social, la población tiende a envejecer y los que en su día fueron claramente beneficiarios de su redistribución ahora son quienes lo mantienen, cambiando con esto sus preferencias.

El Reino Unido a partir de 1979

Llegada del Neoliberalismo

A principios de la década de los setenta vemos como se empieza a gestar un cambio de la ideología hegemónica alimentado por intelectuales como Milton Friedman y la Escuela de Chicago. Un ideario liberal en pro del libre mercado, el individualismo y el mito del self-made man, era el que defendían esta nueva oleada de pensadores. Además, la industria europea continental ya se había recuperado y había una notable crisis de sobreproducción.

Cuando dicho ideario llegó, de facto, al Reino Unido lo hizo de la mano de Margaret Thatcher. La candidata del Partido Conservador obtuvo mayoría en las elecciones generales de 1979 y con ello puso en práctica lo que acabaría por conocerse como thatcherismo, un conjunto de medidas y políticas que revertían por completo lo construido por el partido laborista hasta el momento. Para Margaret Thatcher el estado del bienestar británico había precipitado al país hacia un declive económico y social del que había que salvar cuanto antes.

Para realizar tal “hazaña”, la entonces ya primera ministra del Reino Unido, emprendió un polémico camino hacia la liberalización del mercado y la mínima interferencia del Estado en él. La privatización de las empresas públicas fue uno de sus hitos, el gas, el agua, el acero, etc., en menos de diez años la propiedad de todas estas empresas cambiaron a manos privadas.

Si se trataba de reducir el desempleo, encontramos el ejemplo de las minas de carbón, con la privatización los salarios disminuyeron, el despido se abarató y el empresario tenía plenos poderes para mangonear a miles de trabajadores. Por supuesto, el debilitamiento de los sindicatos, uno de los objetivos principales de Thatcher, tuvo mucho que ver al respecto.

La destrucción de los lazos de solidaridad y asociación fueron decisivos en la lucha de los trabajadores británicos por sus derechos y puestos de trabajo. Tal y como se expone en El espíritu del 45, las minas de carbón del Reino Unido pasaron de ser 184 en 1983 a tan solo 14 poco más de once años después. Los resultados de dicho fenómeno son evidentes, un aumento del desempleo en esas ciudades que además no fueron compensadas con nueva industria por lo que los antiguos trabajadores del carbón se vieron desvalidos ante la nueva y desesperante situación. El desempleo aumentó pero el beneficio de los propietarios de las empresas carboneras no decayó.

El National Health Service (Servicio Nacional de Salud) fue blanco también del thatcherismo. Si bien es cierto que no ocurrió tal y como con los sectores de telecomunicaciones, agua o gas, se empezó a introducir la lógica neoliberal en ámbitos como la contratación de empresas privadas para el housekeeping de los centro sanitarios. La realidad es que el ahorro generado por la contratación del presupuesto más barato para el mantenimiento acabó por contrarrestarse con los gastos que conllevaban la atención y cuidado de los pacientes que enfermaban por el pésimo trabajo realizado en salas de quirófano y demás.

Estos dos ejemplos son tan solo una pequeña muestra de la realidad neoliberal que Margaret Thatcher conllevó para el estado del bienestar británico. Para su gobierno, el Estado debe olvidarse de ser el benefactor de los trabajadores frente al libre mercado ya que esto impide al mercado autorregularse correctamente, por ello se busca desmantelar el estado del bienestar como se le conoce limitándolo a un sistema de transferencias universales austeras, ayudas con comprobación de rentas (en ningún caso universales) y subsidios con respecto al mercado. Resulta difícil de explicar este comportamiento si no se tiene en cuenta la idea ultraindividualista neoliberal, que en sus últimos términos da pie a afirmaciones como que el hombre pobre lo es por falta de voluntad de trabajar y esforzarse, por lo que ayudar a estas personas no hace otra cosa que alimentar su dependencia y holgazanería.

19 de enero de 2018

5 propuestas para redireccionar al precariado

Tiempo estimado de lectura: 10 minutos

La trabajadora (entiéndase como el genérico de persona que trabaja) actual vive en un mundo globalizado donde, siendo una asalariada víctima de la precariedad laboral, tan solo podrá sentirse parte de un proceso económico, sin una identidad cultural a la que aferrarse, mitad universalista (ciudadana del mundo, cosmopolita, etc.) y mitad tribal (por la búsqueda de identificación con un grupo en realidades totalmente inmediatas y fugaces). Sometida al antojo de las fuerzas económicas que ya no dependen ni de ella ni del estado que la incluye, por lo tanto, tampoco de los políticos que cree elegir.

Debe batirse en duelo entre la laxitud y el relativismo de valores en constante cambio que plantea la posmodernidad por un lado, y los inexorables e indiscutibles marcos económicos que la asfixian. Siente la frustración de no sentirse realizada con el trabajo que desempeña a pesar de fingirlo por necesidad ante el falso divertimento del que la empresa ha revestido la barbarie y las exigencias de las redes sociales. Busca reconocimiento tanto económico como social en el cargo que ocupa, sin embargo es consciente del menosprecio y la servidumbre a la que ha acabado sometida. Falta de referentes (sanos) en los que mirarse, es arrollada por la atomización del individuo que junto con la ausencia de referencias mencionada incentiva la apropiación del relato difundido en los medios de comunicación de masas.

Para que el contexto descrito no derive en nihilismo y las trabajadoras sintamos que, al contrario de los postulados marxistas, la fase del capitalismo actual, a saber, la globalización, es la última etapa de la historia de la humanidad, debemos reinventar la vida del proletariado. Para ello debemos volver a empoderar al llamado precariado por Guy Standing (no aceptado aún por la RAE) para que logre recuperar el control sobre su vida y siéntase partícipe de la política. Por supuesto, en abstracto es fácil de escribir, por lo que he tratado de sintetizar en 5 directrices las reinterpretaciones fundamentales para que lo mencionado anteriormente pueda darse:

1. Reinterpretar la educación

Es prioritario realizar un giro sustancial en la visión que tenemos sobre la educación, especialmente universitaria, como comentaremos a continuación. El conocimiento ha dejado de ser un fin en si mismo para transformarse en una suerte de trampolín social que permita el ascenso. Lo que debemos buscar en la educación es la dignidad y el enriquecimiento personal porque es lo que con total seguridad puede aportarnos; puesto que la instrumentalización del saber acabará por matarlo (cualquiera que haya pasado por la universidad lo sabe).

Tras la dictadura, era habitual encontrar en las madres (entiéndase como el genérico de persona que tiene descendencia directa) la preocupación de ofrecer una educación superior  (de la que ellas no habían podido disfrutar) a sus hijas, muchas millennials se han convertido en las primeras personas en obtener un título universitario de su familia más cercana. Esto no podría haberse dado sin el incentivo institucional; desde la Administración más progresista se trató de cristalizar el ideal democrático en forma de igualdad educativa, ya que la igualdad económica (de oportunidades, es decir, equidad) escapa a la voluntad y capacidad de la democracia burguesa. Lo que pretendía ser una oportunidad para quien la quisiese, se materializó en a consciencia colectiva como una necesidad dando lugar a la masificación de las facultades restándoles calidad. 

Por su fuera poco, ni siquiera alcanzaron la universalización educativa (el nivel socioeconómico sigue siendo determinante), optaron por masificar el grado universitario hasta desvirtuarlo para crear la necesidad de postgrado, encareciendo estos últimos a la par.

En suma, la educación universitaria crea un espejismo de ascenso social que desaparece al toparse con 2 hechos frustrantes a los que los jóvenes tenemos que enfrentarnos, estudiar lo que no se quiere (cabe una crítica razonable al sistema de selectividad) y trabajar en lo que no se ha estudiado, sin obtener los réditos esperados. 
"La desproporción entre el nivel de las aspiraciones y la gratificación produce ansiedad y frustraciones en masa (Mannheim, 1953: 321)
Lamentablemente la introducción de un cambio sustancial del tipo descrito supondría un precio político inasumible por los partidos mayoritarios y de aspiraciones catch-all en España, por tanto, la solución no puede surgir de ellos, pero debemos plantearnos si deseamos, como apunta Sauvy, pastores graduados o graduados que sean pastores.

2. Redescubrir la información

La lucha gramsciana por la hegemonía, pasa indudablemente por la lucha contra los medios de comunicación de masas predominantes. Estos medios, acertadamente llamados de desinformación, promueven valores deleznables como el machismo, uno de los más evidentes quizá de entre una larga lista, o en el "mejor" de los casos reproducen una suerte de valores deseables deformándolos de tal forma que puedan adaptarse al sistema despiadado capitalista, es decir, volviéndolos casi irreconocibles; véase el feminismo como contraposición al machismo mencionado, un feminismo machista o pseudofeminismo (feminismo liberal).

Por otra parte, Barraycoa y Putnam sugieren una vuelta a la lectura en contra de lo audiovisual, pues  mantienen que aporta valores más deseables, cuanto menos, como un paso previo. La lectura supone la contención de la acción, la inversión a medio y largo plazo, lo que en economía sería el ahorro, promueve valores diametralmente opuestos a la posmodernidad, mientras que lo audiovisual implica inmediatez, consumo ipsofacto, si te gusta lo compras; y al igual que en la economía, los bienes más inmediatos suelen ser los que menos satisfacción nos reportan.

3. Repensar el ocio

La trabajadora actual no debe ni puede asumir los códigos de divertimento empresarial (un claro intento de lavado de cara que distraiga de la explotación que allí ocurre) como el ocio suficiente o necesario. Este divertimento no supone ni la cantidad ni la calidad del ocio óptimo para un individuo, puesto que el negocio es la NEGación del OCIO y no es posible su convivencia; en cambio, se deben alimentar la relaciones sociales al más puro estilo del Ágora que a tantos filósofos vio crecer, espacios de reflexión y debate que enriquezcan al conjunto. 

Hoy en día nadie quiere hablar de filosofía o política (en cualquier caso, tan solo de la menor de las políticas, la institucional). La absoluta mayoría de personas pueden enmarcarse en uno de los dos tipos de actitudes siguientes: la de pensamiento cero, "yo no tengo ideología u opinión sobre X tema / soy librepensador", es decir, que tienes la ideología u opinión hegemónica porque “el sentido común dominante es el sentido común de las clases dominantes"; o la de la posmodernidad, "yo pienso así (posverdad) y ni te atrevas a ponerlo en duda o discusión porque supone un ataque a mi libertad individual y derecho de opinión".

4. Volver a la pertenencia a un grupo

El Marxismo dota al trabajador de una visión global del mundo y la realidad que le rodea además del sentimiento de pertenencia a un grupo que marcha en favor del ritmo de la historia, en su misma dirección (a pesar de sentir cierta contracorriente coyuntural). 

Cuando esto se pierde con la caída de la URSS (la alternativa real al capitalismo) y la globalización junto a la posmodernidad acaban por destruir todo lo colectivo (la clase, los sindicatos, los partidos, las asociaciones, etc.) atomizando al individuo, el susodicho precariado (próximamente aceptado por la RAE) queda huérfano frente a dos caminos principalmente, dejarse llevar por la corriente, esto es la ideología hegemónica, claramente de corte neoliberal; o acogerse a una lucha, en cierto modo familiar, que pueda ganar, como la xenófoba de la nueva derecha radical.

5. Reconquistar el salario

Actualmente por el trabajo realizado se percibe un sueldo (originalmente, el dinero que cobra un soldado o mercenario), sin embargo, debemos recuperar el honorario (el dinero percibido por el honor y la dignidad del desempeño). 

No es nada nuevo para un marxista pero, el sueldo supone la cantidad justa y necesaria para que el proletariado logre sobrevivir y seguir siendo explotado, mientras que el honorario sería la cantidad correspondiente al valor del trabajo ejercido (sueldo + plusvalía).

14 de enero de 2018

Análisis político en contexto de gobernanza


Tiempo estimado de lectura: 3 minutos

Tras la lectura de algunos capítulos del libro publicado por Mark H. Moore en 1998, “Gestión estratégica y creación de valor en el sector público”, trataremos que reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con el concepto de gobernanza y cómo éste se conjuga con el rol del analista político.

Contexto de gobernanza

La primera de las preguntas es: ¿se produce el "caso Ruckelshaus” en un contexto de gobernanza? Bien, entenderíamos que la política pública que lideró William Ruckelshaus en la Agencia de Protección Ambiental (EPA, sus siglas en inglés) sí se dio en un contexto de gobernanza, puesto que  los procesos de toma de decisiones y por el cual éstas son implementadas (o no) tuvieron lugar de forma satisfactoria y mediante la participación de la sociedad civil en asuntos públicos.

El porqué sostenemos dicha afirmación es sencillo, la población habían generado unas demandas concretas en relación con la contaminación a partir de sucesos e información, esas demandas llegaron a la administración pública (lo cual ya da vida a la trayectoria de dichas demandas) y no solo eso, sino que se decidió dedicar medios para la creación de una política pública que solucionase o al menos mejorara la situación que había sido denunciada. Una vez llegados a este punto los interesados en el tema hicieron uso de su fuerza, información y voluntad en la arena política. El punto que podía fallar en este caso era el final, la consecución del objetivo planteado; pero ¿por qué no se conseguiría? Tal y como suele ocurrir en estos casos, no se conseguirá por la división interna. A medida que avanza el desarrollo de la política, el conglomerado de personas que habían formado antes un grupo de interés unido, por la incertidumbre que implica la propuesta y aplicación de una “solución” a un problema nuevo, acaban por deshacer la cohesión necesaria para lograr sus objetivos por falta de información y experiencia. 

Al fin y al cabo, porque no hay una política pública perfecta, incluso la más eficaz y satisfactoria puede acabar generando otra demanda. Este es el caso de la implementación del uso obligatorio del casco para los motoristas, en España durante años el uso del casco había sido obligatorio por ley, pero no de facto hasta el endurecimiento de las sanciones. Una casi impecable gestión de dicha política logró reducir drásticamente el número de muertes de motoristas en accidentes de tráfico, sin embargo, a una buena política pública le siguió un descenso en la donación de órganos, campo en el que España era líder en solitario a nivel mundial, dado que el número de órganos útiles que generaban esos accidentes se redujo notablemente.

Lo que deberíamos valorar primordialmente es si ha habido una toma de decisiones generada o en la cual haya participado la sociedad en el mayor conjunto posible, la gobernanza asume posibles déficits; sean de capacidad, conocimiento, implementación o motivación, pero a pesar de eso la estrategia de Ruckelshaus tuvo éxito y consiguió que la EPA y los ciudadanos se pusieran en común para la limpieza del entorno. 

El papel del analista político

En cuanto al impacto de la gobernanza en el papel que juegan los analistas de políticas en las organizaciones públicas, es algo complejo. Por una parte la propia gobernanza, al incluir a la sociedad de forma activa en todo el proceso, permite que la administración consiga información que ésta le da de primera mano y gracias a la cual los analistas pueden realizar un exhaustivo trabajo. En esta dirección apunta Moore cuando trata el objetivo primordial del sector privado y su características, dicho sector busca el beneficio económico de forma inmediata y eso es medido en función del saldo total de un periodo, en cambio, la administración pública pretende el beneficio social al menor coste económico posible y suele desarrollarse a largo plazo, por lo que realizar un diagnóstico en contexto de gobernanza sobre la calidad y resultados de una política pública resulta, cuanto menos, difícil.

Por otro lado, no siempre lo que la sociedad parece asumir como positivo acaba siéndolo realmente, esto es debido al dinamismo implícito del concepto gobernanza, los valores pueden evolucionar con el paso del tiempo y los cambios deben ser previstos de alguna forma, pero esos cambios no los puede prever la propia sociedad.

Para afrontar los problemas planteados y salvar la incertidumbre, entre otras cosas, es para lo que trabajan los analistas políticos; y la gobernanza ha dado la oportunidad de mejorar lo que éstos pueden ofrecer conjugando de forma correcta ambos factores.

Por último, haciendo referencia a cómo debe adaptarse el triángulo estratégico definido según el autor a un contexto de gobernanza, creemos que este triángulo a priori equilátero deberá pasar a darle más peso y relevancia al lado de la legitimidad y el apoyo político puesto que la intervención de sectores tanto públicos como privados es el concepto más valioso en dicho contexto. De hecho, el triángulo estratégico parece estar diseñado para una situación en la que A (sector público) pretende que hacer funcionar X y debe para ello convencer a B (sector privado) o viceversa. En un contexto idílico de gobernanza esto no se daría así, en ese caso A y B proponen y discuten X a fin de hacerlo posible de una forma apta para ambos. Un diseño de política pública valioso, en términos sustantivos, y la legitimidad necesaria para llevarlo a cabo van idealmente unidos des del inicio, ahorrándose así futuras discrepancias y obstáculos en su aplicación.

12 de enero de 2018

El discurso político en la televisión y el cine


Tiempo estimado de lectura: 5 min

Postman sostiene en Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del "show business” que “los filmes, los discos y la radio están dedicados al entretenimiento de la cultura y sus efectos en la alteración del estilo del discurso norteamericano no son insignificantes. […] Nadie va al cine al cine para enterarse de la marcha de la política gubernamental, o de los últimos progresos de la ciencia” (2001: 96).

El discurso político en el cine

Pues bien, puede que nadie vaya explícitamente al cine a informarse de forma ortodoxa, sin embargo, sí recibe una cantidad pasmosa de información, es por ello que en las sociedades contemporáneas el cine se ha convertido en un elemento más de estudio, crítica y análisis histórico, político y sociológico. La capacidad de este arte para ilustrar la cotidianeidad en movimiento –hecho que lo distingue de la pintura o de la escultura– ha sido explotada desde sus orígenes. Ejemplos de esto los hallamos en las primerizas obras de los hermanos Lumière, testimonio vivo de la realidad de finales del siglo XIX. Esta circunstancia, como afirma Peter Burke (2001: 11), ha dado pie a los historiadores a utilizar la imagen como parte importante de sus métodos de investigación:
“Durante la última generación, los historiadores han ampliado considerablemente sus intereses, hasta incluir en ellos [...] la historia de las mentalidades, la historia de la vida cotidiana, la historia de la cultura material, la historia del cuerpo, etc. No habrían podido llevar a cabo sus investigaciones sobre estos campos relativamente nuevos, si se hubieran limitado a las fuentes tradicionales, como, por ejemplo, los documentos oficiales producidos por las administraciones y conservados en sus archivos.Por ese motivo, cada vez más a menudo se están utilizando distintos tipos de documentación, entre los cuales, junto a los textos literarios y los testimonios orales, también las imágenes ocupan un lugar”.
No cabe duda, pues, de la relevancia e influencia del cine en las numerosas transformaciones que han sufrido tanto las sociedades del siglo XX como las ciencias sociales que han tratado de explicar las mismas. Sin embargo, con la aparición de las primeras cintas fantásticas de George Meliès o Segundo de Chomón, y las transformaciones narrativas introducidas por cineastas de principios de siglo como Edwin S. Porter, pronto nos hallamos ante un cine menos contemplativo o documental, y la narración de ficción gana peso dentro de la reciente industria. Esto hace, como bien apunta Rollin (1987: 15), que debamos plantearnos la validez de un arte cada vez menos realista y más subjetivo:
“Cuando se sitúa ante la producción cinematográfica en tanto recurso y fuente el historiador ha de plantearse cuestiones de la siguiente índole: ¿cuál es la interacción entre el mundo contemporáneo y la naturaleza cinematográfica?, ¿qué relación existe entre el cine y la narración histórica?, ¿en qué manera consideramos posibles los films históricos?, ¿qué se entiende por un film histórico?, ¿puede el cine no-histórico, el convencional o de ficción, construir la Historia? Y, finalmente, ¿está el historiador en condiciones de aceptar la narración cinematográfica como narración histórica?”.
Y es que, el cine otorga la capacidad a sus creadores de lanzar un mensaje ideológico a todos aquellos que lleguen a ver su obra. El poder de las imágenes es tan fuerte que se convierte en una suerte de arma y el investigador debe tener esto muy presente al estudiarlo como fuente. La explicación al respecto de T. Adorno (2007: 38) es muy clara:
“El cine es una mezcla de drama y novela. Como drama, el cine se compone de escenas, diálogos, pocos movimientos de cámara, colocando al espectador ante una situación dada, cuyos precedentes apenas son esbozados y que aboca a una intensa acumulación de emociones. Como novelas, es una sucesión de planos más o menos cortos, relacionados por su contenido, que fragmentan el espacio, el tiempo y la acción principal en una miríada puntos de vista, contiguos aunque no entrelazados. Esta sucesión, esta yuxtaposición de planos, le otorga un fuerte carácter discursivo, aún más informativo, documental. Sin su elemento dramático, el cine aparece como un reportaje en el que el espectador no sería capaz de congeniar con ninguno de los protagonistas de la trama. Sin su elemento épico, el cine pierde sus funciones mitológicas, deja de transmitir los modelos de conducta, las pseudoexplicaciones, la normalización implícita.”
Todos sus elementos, pues, se conjugan –o al menos, pueden hacerlo- para generar un discurso audiovisual de marcado carácter político. Y sus características concretas hacen necesario un amplio conocimiento del mismo en el momento de someterlo a estudio:
“El supuesto “realismo” del cine condensa la vida de una persona en hora y media, una batalla en dos y el nacimiento de una nación en tres. Para ser “real”, el cine tiene que comprimir los significados, mostrar comportamientos idealizados y engranar diálogos imposibles de sostener en la realidad.” (Luna, 2009: 9)
Siendo así, es evidente que en el cine se hallan numerosas “trampas” que cualquier analista debe tener en cuenta al iniciar un estudio, pero que sin embargo generan en sí mismas una realidad –la del autor y su contexto– que también forman parte del estudio. En otras palabras, todos aquellos elementos que alejan al cine de un discurso objetivo sobre la realidad de un tiempo y un contexto determinados –su componente discursivo, ideológico y subjetivo– presentan a su vez una realidad mucho más compleja y completa, por lo tanto, mucho más cercana a la realidad de unos hechos y un tiempo que cualquier elemento historiográfico clásico, ya sean documentos o periódicos, y además en formato audiovisual.
Tanto es así, que a mediados de los años noventa surge el término Cinemoeducation, acuñado por Alexander Hall y Pettice (1994) para referirse al uso de películas en el ámbito de la educación. ¿Qué es la educación sino la recepción y asimilación de información? Las películas proporcionan una modalidad única para educar, como demuestra el estudio realizado por Raingruber (2003), donde se examinaron 11 estudiantes de enfermería de postgrado, que revelaron que las películas son eficaces en la promoción de la reflexión, producen o despiertan emociones y empatía, y son una buena forma de presentar dilemas éticos.
Preconizar el medio escrito es asumir la completa complejidad de la política como un ámbito al que se accede única y exclusivamente mediante el raciocinio, un argumento peligroso, puesto que puede degenerar en una suerte de clasismo intelectual que se presupone indeseable. La política es racional, por supuesto, es inconcebible el estudio de la ciencia política carente de raciocinio, sin embargo, éste es un componente necesario pero no suficiente. Para la comprensión de la realidad la ciencia política analiza fenómenos como el nacionalismo, el sentimiento de pertenencia a una clase social o la aversión a la desigualdad y todos ellos poseen un componente emocional, de valores o no racional.
En concreto para el discurso, cuyo objetivo es transmitir y legitimar unos valores, el cariz emocional de la vía audiovisual se presenta como una herramienta, no una prostitución de la pureza del mensaje. Una herramienta no imparcial si así se quiere, dado que una explotación sobredimensionada de los rasgos no racionales acaba por prácticamente erradicar la lógica y hace caer notablemente el nivel intelectual del mensaje. Mas, esas son las consecuencias negativas a evitar puesto que son posibles, en ningún caso inexorables. En cambio, si analizamos sus ventajas encontraremos en el canal audiovisual un complemento para la transmisión del mensaje que lo potencia de forma significativa.

El discurso político en la TV

Postman no centró su atención en el cine durante su obra Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del "show business” (2001), sacrificándolo en pro de la televisión, por lo que parecía inevitablemente necesario abordarlo aquí. No obstante, su lectura del discurso público enmarcado en términos televisivos es excelente. La identificación de rasgos de continuidad y fragmentación son más que pertinentes.
Dentro del formato televisivo existe fragmentación en cuanto a la programación, los programas empiezan y acaban acorde al tiempo destinado a ellos, a pesar de que el ritmo de desarrollo del contenido sea distinto, la hora marca el final sin concesiones aun quedando inacabado el programa en cuestión. En consecuencia, el ritmo que imprimen los moderadores y guionistas de los programas provoca una sensación cercana al atropello, dando fin a intervenciones y secciones de forma artificial intentando mantener en todo momento la atención del espectador, provocando en éste una actitud pasiva y la comodidad de no requerir esfuerzo a la hora de concentrarse en aquello que ve. En este sentido la fragmentación es una consecuencia necesaria para mantener en todo momento tensa la vinculación del espectador para con los estímulos, sin dejar espacio a la reflexión, la discusión y finalmente la conclusión.
Del mismo modo, la fragmentación está presente en la parrilla televisiva donde se preceden programas muy diversos interrumpidos durante y entre ellos por anuncios igualmente dispares entre sí. Sin embargo, dicha fragmentación se hace compatible con una continuidad latente; no existen un inicio y un final generales para televisión, se presenta como un continuum de 24 horas al día 7 días a la semana que presenta patrones recurrentes e inmóviles durante muchos meses (lo cual es una eternidad en términos televisivos). Pero lo realmente importante si hablamos de continuidad es la línea común de discurso político, de ideología como sistema de valores, presente a lo largo y ancho de la parrilla televisiva, hay un denominador común para todos los programas, series, películas y anuncios. No conlleva un esfuerzo excesivo identificar comportamientos sexistas, homófobos o racistas en todos y cada uno de estos tipos de subproducto. Podríamos identificar el comportamiento del medio televisivo en una metáfora simple pero muy gráfica, si la televisión fuese el océano estaría compuesta por las mareas cambiantes de la superficie, el movimiento errático de las olas homologable a la fragmentación, y las corrientes marinas, movimientos de agua más fuertes que se esconden en el fondo al igual que la continuidad de la carga ideológica que se esconde en los patrones de conducta del contenido televisivo.
Ahora bien, la discrepancia proviene de la caracterización de la televisión, Postman sostiene que ésta nace con un fin y su forma está supeditada al mismo, por lo que todo mensaje con voluntad de aparecer en televisión queda impregnado o deformado por los valores y forma televisivos. Mas, cae innegablemente en la lógica inductivista, dicho de otro modo, si bien es cierto que hasta ahora ha sido así, el paso de los hechos observados al supuesto general planteado es infundado, nada hace pensar que la televisión es como la conocemos por naturaleza y ésta es inmutable. Él mismo apunta que “la televisión encontró en una democracia liberal y en una economía de mercado relativamente libre, un clima favorable para la explotación de todas sus posibilidades como tecnología de la imagen” (2001: 90), lo que no es otra cosa que un factor coyuntural; el cambio en la democracia liberal y la economía de mercado podría implicar, de forma totalmente plausible, un cambio en el formato televisivo que salve las consecuencias negativas que apunta el autor. Ergo, éstas no están asociadas al formato audiovisual o a la televisión per se, sino que lo están al formato audiovisual o a la televisión dentro de los parámetros marcados por la ideología hegemónica.

10 de enero de 2018

Acción política colectiva y las TIC en España


Tiempo estimado de lectura: 10 minutos

Entendemos por acción política colectiva una forma de participación que engloba todas aquellas acciones conjuntas que se llevan a cabo en pos de lograr unos intereses comunes y/o que tienen como objetivo resolver un conflicto preexistente. Para la consecución de estos objetivos e intereses se llevan a cabo una serie de prácticas de movilización específicas, influyendo a su vez en la distribución de poder o en las tomas de decisiones públicas. 

Y durante décadas este concepto ha quedado reflejado en muestras de acción colectiva de carácter presencial y con repercusión local-nacional condicionadas por los canales de difusión, pero con la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se creó “una nueva lógica espacial: los flujos frente a los lugares: Una lógica que cobra sentido en un mundo globalizado, donde mercados, sociedades y culturas se vinculan a través de una comunicación a gran escala, a su vez ligada a las relaciones de interdependencia entre los países” (Barba y Sampedro, 2011: 159). 

Los más optimistas ven las TIC como un instrumento básico en la lucha política de la acción colectiva, puesto que permite salvar el obstáculo “geográfico” en cuanto a la comunicación pudiendo construir una red totalmente horizontal que conecta lo local con lo global, además de la posibilidad de crear un conjunto de medios de información alternativos ajenos al control de los grupos mediáticos de (des)información empresariales. También se piensa que dichas ventajas logran incurrir en un cambio en la actitud de los individuos insuflándoles la proactividad de la que el escenario anterior carecía.

En suma, podemos clasificar los principales posicionamientos con respecto a las TIC en la acción política colectiva en dos visiones, la ciberoptimista, la que engloba lo expuesto anteriormente, y la ciberpesimista o ciberescéptica, que subraya algunas de sus limitaciones como la brecha digital o la debilidad de la asociación de los grupos formados mediante internet. 

Si repasamos la historia más reciente de la acción política en España podemos identificar cuatro elementos, a priori similares entre sí, que evolucionan distinto por sus características propias (Barba y Sampedro, 2011):


Origen
Convocatoria
Espacio acción
Resultado
13M
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales
Anónima
Offline
Disolución
MVD
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales
Anónima
Offline y Online
Movimiento Social MVD
Anti Ley Sinde
Movimiento social online de ámbito nacional
Ciberactivista
Online
Movimiento encapsulado esfera digital
15M
Tejido social movilizado local con extensiones nacionales y globales
Anónima
Offline y Online
Movimiento 15M internacional
















En primer lugar, aparece el 13M, movilizaciones presenciales, espontáneas, de disolución inmediata y repercusión local-nacional que se diferencian de otras anteriores por el papel determinante que jugaron las TIC en su convocatoria, online y anónima. En Madrid, el 13 de Marzo de 2004 se congregó en una manifestación el tejido social más movilizado sin necesidad de organización ni contacto previo, eran activistas que tan solo tenían eso en común en algunos casos. Es un hecho insólito por los mismos motivos que hicieron que se disolviera, su débil vinculación.

En segundo lugar, el Movimiento por una Vivienda Digna (MVD), una reivindicación que cristalizó su proyecto en un movimiento social tras sumar a su acción tradicional la interacción online. Al igual que el 13M, el MVD es un fenómeno autoconvocado de repercusión local-nacional, pero éste actúa tanto online como offline, lo que le permitió mantenerse en el tiempo y superar el obstáculo de la vinculación antes de su neutralización.

En tercer lugar, el movimiento Anti Ley Sinde, un proyecto que gira en contra de la aplicación de la susodicha ley y a favor la universalidad de la red y la cultura libre. Lo que caracteriza este movimiento de forma diferencial respecto a los anteriores es su target, algo más homogéneo (principalmente ciberactivistas), y su espacio de acción, totalmente online. Por ello, su influencia quedó limitada al entorno digital[1], no supo gestionar ambas esferas como el MVD y obtuvo una repercusión menor.

Por último, el 15M, el nacimiento de un movimiento del que el proyecto 15M.CC fue testigo, “la manifestación convocada por ¡Democracia Real YA! dio paso a lo que se ha conocido como el «movimiento del 15M», un despertar de conciencia colectivo sin precedentes en España. A partir de ese día, cientos de personas se hicieron habituales en torno a la Puerta del Sol y algunas, como nosotros (Pablo Soto, Stéphane M. Grueso y Patricia Horrillo), empezaron a relatar lo que estaba sucediendo a través de las redes sociales y de blogs” cuentan en su página web.

Por supuesto, el 15M aprendió de las experiencias pasadas y superó, aprendiendo del error del movimiento Anti Ley Sinde, la combinación de las realidades online y offline. Logró transformarse en un movimiento social con continuidad, a diferencia del 13M y su disolución inmediatamente posterior a su nacimiento. Ocupó la agenda pública recogiendo las demandas del 13M (un sistema de representación político informativo veraz), del MVD (un modelo económico sostenible y libre de corrupción política) y del movimiento Anti Ley Sinde (la universalidad de la red y la cultura libre), agregándolas a un marco de reformas estructurales que mejoren la calidad de la democracia.

El 15M llegó tan lejos en el ámbito de la acción política colectiva que acabó por cristalizarse, de un modo u otro, en un partido político, Podemos. Ergo, se podría afirmar sin muchas reservas que el movimiento 15M, viendo representados sus intereses en un partido político que no es otra cosa que uno de los principales candidatos a formar gobierno a nivel estatal, ha sido “el máximo paradigma de movimiento social generado a través de una convocatoria anónima de multitudes a través de las TIC” (Barba y Sampedro, 2011; 165).

Por lo tanto, volviendo a las dos principales visiones por lo que respecta al papel de las TIC en la acción política colectiva, reconocemos las debilidades apuntadas por los ciberoptimistas en los elementos analizados, sin embargo, ha sido mediante las TIC como se ha dado el mayor exponente de movimiento social en el estado.

Así que cabría dar la ventaja a éstos últimos, a menos que, pensando en la acción política colectiva como una herramienta para la consecución de las conquistas sociales que se demanden y nazcan del contrapoder con el objetivo de lograr la justicia social, se entiendan, estas y otras muestras de acción colectiva, como válvulas de escape para la presión y el descontento social dirigidas por el poder hegemónico, que por consiguiente no perjudicarán de ningún modo el statu quo o incluso lo desarrollen.

Hablando de hechos concretos, analicemos el 15M. El 23 de marzo de 2011, con casi un mes de antelación se celebró en el Medialab-Prado de Madrid la “#Redada 6: Derechos civiles, activismo e Internet”, una ponencia que giraba en torno a si las redes sociales potencian el activismo y la necesidad de ocupar las calles para producir cambios, mirándose en las llamadas “Primaveras Árabes”. Los participantes, Juan Freire (profesor y experto en sociedad en red), Enrique Dans (profesor IE Business School), Francisco Polo (Actuable), Olmo Gálvez (Democracia Real Ya), un Representante de Juventud SIN Futuro, Diego Beas (experto en politica y sociedad) y Leila Nachawati (especialista en gestión de medios sociales y en libertad de expresión en Oriente Medio y Norte de África), apuntaron claramente a la irrupción de un fenómeno similar al de las “Primaveras Árabes” en España, incluso se hablaba ya de la manifestación convocada para el 15 de Mayo como fecha ideal del suceso, en palabras de Enrique Dans:

“Esa es la gran diferencia. Las coyunturas simplemente favorecen el desarrollo de un tejido organizativo, de una toma de conciencia, del establecimiento de conexiones… Pero son los EVENTOS los que de verdad PROVOCAN (las revoluciones). En la próxima manifestación del 15 de mayo (…) ¡No estoy pidiendo que nadie salga a la calle y se queme a lo bonzo, por Dios! (en referencia al “evento” que originó la Primavera Árabe). Pero falta ese EVENTO, y por ahora estamos viviendo de coyunturas (…). La discontinuidad surge cuando se da ese EVENTO, y eso es algo que en una democracia madura es más difícil que surja, y que desde luego aquí (en España) no ha surgido hasta ahora”.

Imaginando un escenario contrafáctico, en caso de pensar que el 15M fue creado o patrocinado de alguna forma por entidades externas, el vaticinio de la irrupción del supuestamente espontáneo movimiento 15M no debería sorprendernos. Así como tampoco el curioso retraso con el que se cargó el video en la web de MediaLab, los videos de las #Redadas anteriores se volcaban en el mismo día de la celebración, pero ese no fue el caso de la que comentamos, sino que se publicó un mes más tarde, por supuesto, a posteriori del 15M para no levantar excesivas sospechas.

La simple lógica de la creación del Medialab-Prado ya dice más de lo que pueda parecer a priori, se crea a imagen y semejanza del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el mayor centro de creación de inteligencia colectiva, de ideología abiertamente capitalista y financiado por el gobierno de los Estados Unidos de América. Entre su staff técnico encontramos a Ethan Zuckerman, creador de Global Voices, una red de supuestos blogueros “independientes” financiada por la Open Society Foundation del millonario liberal George Soros en la que Leila Nachawati, una de las invitadas de la #Redada, publica. Zuckerman también es principal investigador y director del MIT Center for Civil Media, quien, de nuevo, está financiado por la Open Society Foundation de Soros.

En la #Redada 15 (aunque también presente en la 2, 3 y 4) donde se volvían a reunir los participantes de la 6, se incorporó Javier de la Cueva, el pionero y promotor de las licencias Creative Commons (profundamente promovidas por Juan Freire y Enrique Dans, participantes de la #Redada 6), protagonista de Laboratorio Procomún en Medialab-Prado y receptor, mediante Creative Commons, de financiación por parte de Open Society Foundation y la Omidyar Network Foundation (dirigida por el fundador de eBay, Pierre Omidyar). 



Así mismo, es fundamental analizar cómo se contó el 15M y para ello hemos dado con periodismohumano.com, la referencia fundamental para entender el movimiento desde sus inicios, según su página web. El medio más citado en twitter del 15 al 19 de mayo, justo en su eclosión y referencia de primera mano para medios como The New York Times, Al Jazeera o The Washington Post. 

En primera instancia, reconocen, su cometido fue el de contarle al mundo lo que sucedía en esa plaza, pero en cuanto los medios generalistas dieron cobertura suficiente al suceso pasaron a contextualizar y dar perspectiva, ofreciendo las claves, el origen y la evolución del 15M. A la pregunta de por qué ese medio se había convertido en referencia, ellos mismos contestan “porque cuando el 15M despertó, periodismohumano ya estaba allí” (Periodismohumano, 2011), lo cual resulta muy revelador.

Dicen que este fenómeno está relacionado – si de una manera formal o de fondo es otro debate – con las revueltas en el Norte de África y en Oriente Medio. En periodismohumano hemos analizado el ambiente que se respiraba en las calles y redes sociales de Egipto, Túnez o Bahrein desde meses antes que comenzaran esas movilizaciones y hemos mantenido una actitud desprejuiciada desde el inicio con lo que empezó a suceder.” (Periodismohumano, 2011)

La actitud desprejuiciada de la que hablan en Periodismohumano es una suerte de visión imperialista pro OTAN, apoyan a “rebeldes libios”, “rebeldes sirios”, “ONGs independientes en Egipto” y a la oposición anti-Putin rusa. Hacen eco de numerosas campañas de desinformación sobre Siria por parte de Amnistía Internacional.

Éstas son algunas de las sospechosas vinculaciones de los “líderes” del 15M con fundaciones creadas por millonarios de las que The Guardian informó en 2004[2], su directa implicación en la organización de revoluciones de colores. Lo cual hace plausible la teoría de movimientos sociales (15M) como válvulas de escape para el descontento social dirigidas por el poder hegemónico (Open Society Foundation), sin embargo, aún es pronto quizás, para afirmar que por consiguiente no perjudiquen de ningún modo el statu quo imperante o incluso lo desarrollen.

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[1] Anonymous convocó una manifestación en contra de la Ley Sinde para los premios Goya en 2011 y obtuvo una asistencia por debajo de las 300 personas. 

[2] The Guardian, 26 de noviembre de 2004. What Uncle Sam is up to: https://www.theguardian.com/world/2004/nov/27/ukraine.guardianletters1